martes, 28 de junio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora: Tito Livio

Tito Livio Patavino era un historiador romano nacido y muerto en Padua - de ahí lo de ‘patavino’ - que escribió una historia de Roma. Desde los orígenes hasta Nerón, poco más o poco menos. Casi todos los libros perdidos, algunos han llegado a nosotros. La Historia la tituló:  Ab urbe condita.  O sea, “Desde la fundación de la ciudad”.

A mí me tocó traducir – lo de ‘traducir’, obviamente es un presunción -  a Cicerón, Ovidio, Cesar, Virgilio… y compañeros mártires. Quien realmente me marcó fue Tito Livio. Por él supe que hubo una segunda guerra púnica – aquellas de 'Cartago delenda est' (Cartago debe ser borrado del mapa) – y que había unos sitios llamados Macedonia, Galia cisalpina, Asia Menor…

Todo eso eran otros lópeces. Hoy viene aquí otro Tito Livio. Del que les hablo tiene el pelo gris,  caminar sigiloso y ojos que ven lo traspuesto. Su independencia está por encima de cualquier opinión. Tito Livio se las anda por el caballete del corral, por los tejados…

Tito Livio busca los gorriones que se recogen para pasar la noche entre los pámpanos de la parra. Su vida, como buen gato, tiene mucho que ver con la noche. Por las mañanas cuando llego al campo casi siempre dormita después del ajetreo. Otros días no le veo el pelo. Tito Livio va a los suyo.

En cierta ocasión leí que los gatos, los felinos más domésticos, llevan un montón de años junto al hombre pero no hemos conseguido ni su fidelidad ni su aprecio como han hecho otros animales por ejemplo el perro. “Antes o después te clavará un día las uñas”. Parece que es algo muy certero.

España está que araña desde lejos. No hay más que acercarse a un telediario, abrir un periódico o sintonizar cualquier emisora de radio. Según qué tendencias chorrean miel o deshilan hiel. Se parecen pero no son la misma cosa.


Me pregunto. ¿Se habrá enterado Tito Livio, el mío, de todo el trajín de estos días? Al igual está indiferente ante la cohorte de expelotas que ahora piden la destitución de Del Bosque. ¡”País, paisaje, paisanaje”! Eso, lo dijo, don Miguel de Unamuno…

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