La casualidad pone en mis manos
el carné de identidad de mi abuela María. Está expedido en 1955. Mi abuela María
nació en 5 de febrero de 1882. Un simple papel plastificado sirve para
transitar a caballo entre tres siglos. ¡Y, qué tres siglos!
En uno, España – bueno, España;
no, algunos españoles - a mamporrazos
entre sí. Como nos pintó Goya. Guerras; España, en la ruina. En el XX, tres
guerras ‘oficiales’ y el hombre que
dicen que llega a la luna. En el XXI, se impone la prisa, el día de mañana, ya
es pasado.
Hurgar en documentos viejos, a
veces, lleva a encontrarse con obviedades. En España reinaba Alfonso XII;
gobernaban, con alternancia, Cánovas y Sagasta. En el campo, la Mano Negra; se
fundan los Altos Hornos de Baracaldo: En Roma, de Papa, León XIII, el de la
Rerum Novarum... ¿Qué queda de todo aquello?
El electorado español está
convocado para mañana, último domingo de junio, a las urnas. Es la España
democrática inmersa en una Europa Unida que no lucha entre sí, sino consigo
misma. Es una Europa vieja en contraposición a la vieja Europa. ¡La que han
formado los hijos de la Gran… Bretaña!
Nos mandan al rincón de pensar. Hay
que reflexionar. Tenemos que decidir a quiénes vamos a prestarle nuestro votar. Ellos
- los políticos - piensan otra cosa; creen que es suyo. Así nos va.
El gallinero patrio está alborotado;
mucho cacareo. El debate, donde está de verdad es en el ‘porqué’ Del bosque no sacó a Iker, y
dejó que el penalti lo tirase Ramos y que si Pedro, y que si…
Y digo yo. ¿Dónde están los
valores de una sociedad que se gasta una fortuna en mascotas y pone concertinas
en la valla de Melilla? ¿Qué camino lleva con tropecientos mil ricos más en un período
de crisis? ¿Adónde va una sociedad que se desayuna pitufos de jamón y aceite – del
bueno, claro – mientras la mar de enfrente se traga a miles de personas?. Ha
han cometido el delito de huir del terror.
Hace calor. El ruido de las motos
imposibilita abrir los balcones. Otra manera de contaminación. Los jazmines
siguen floreciendo al anochecer; las damas de noche, las yerbaluisas, los sampedros dejan sus tarjetas de visitas
en las noches del verano que da los primeros pasos de niño pequeñito… ¡Qué lío,
Dios!
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