Granada está a caballo entre la resaca del Corpus y
el verano que llama a la puerta. El calor golpea ya, sin ningún rubor, con los
nudillos en los cristales de la ventana. Los últimos retazos de nieve parecen
un pespunteo de vainica doble en las cumbres de la Sierra.
Granada está preciosa. Se han vestido las acacias; hay
un tintineo de hojas ovaladas entre las ramas de los tilos en la calle Tablas;
la gente se emborracha de sombra en la plaza de la Trinidad; un gato dormita
indiferente y va a lo suyo al amparo del fresco de los arrayanes de los
parterres de la plaza.
Hay un hervidero de gente en la calle Mesones. Están
a tope, ‘El Cunini’, los
establecimientos de Marqués de Gerona, plaza de la Pescadería y la plaza de las
Romanillas. Todo es bulla y apretujones. Hay un deseo externo de mitigar la
sed.
Están en su sitio la librería de la calle Fábrica Vieja
(por cierto, bien surtida, pero no tiene lo que busco) y la Alcaicería con
turistas que van y vienen. Fotografías en la plaza de las Pasiegas. Está
abierta la catedral.
Siguen ahí las tiendas de especias con olores
penetrantes, fuertes, ‘suyos’ y que solo ahí, en su sitio, tienen ese olor
propio que las diferencia de otros establecimientos. En sacos de yute ofrecen
una mercancía que parece traída de tierras de muy lejos.
Un grupo de horteras (ellos y ellas) confunden la
alegría con vociferar por la calle.
Rompen el encanto que tienen las ciudades en esas horas de la siesta
cuando parece que por un rato todo se echa al sopor…
Sigue en su sitio el Alhambra Palace pero con otros
inquilinos. No están ya ni el lectoral de la catedral Pablo Carvaja y Ximénez Enciso ni la baronesa
de Halora, ni don Manuel de Falla espera a nadie en la estación. No están,
tampoco, Fernando de los Ríos ni Federico García Lorca, ni Rubinstein…
Un rasgueo de evocación de Agustín Lara son el
preludio de lo que viene. En el reloj de ayuntamiento cuatro campanadas dicen
que avanza la tarde; en el Gran Café de Bib-Rambla sirven un blanco y negro con
leche rizada. Los gorriones juegan entre las ramas de los plátanos en la plaza
de los Lobos…
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