domingo, 26 de junio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sinfonía

Y un día la luz se echó a andar  por la calle. No era un día cualquiera. Una sinfonía de primavera había dejado una música especial por el aire y un manto verde a los pies del castillo. Era el verde del inicio de los meses mayores en los que la yerba dice que ya llegó a dónde le marca su ciclo.

No sube ni baja nadie; la calle está desierta. ¿Dónde está la gente? La calle es pendiente; la calle tiene encanto, misterio y una  pregunta ¿qué habrá ahí, ahí mismo, al revolver la esquina? No da la respuesta. Invita a la curiosidad. Insta a que se avance y se asome la cabeza, y…. Todo está por descubrir por uno mismo.

Hay un balcón. El balcón está lleno de flores. Las flores tienen el mejor sitio de la calle. Son flores de colores suaves, sensuales, precisos. Son flores plantadas, regadas, cuidadas   por una mano – o ¿son dos? – anónimas. Las flores se asoman al balcón y a la calle, y ¿luego?… luego a la baranda que delimita la calle con otra calle.

El testero de enfrente, el que está al otro lado de la baranda,  es un frontón blanco. Está entrecortado por seis balcones. Los balcones, cerrados. Las persianas bajadas guardan celosas una intimidad escondida dentro. Un mosaico de tejados pone una pincelada de color ocre…

Corona el cerro - el Cerro de las Torres - el castillo. Entre el castillo y los tejados un puñado de casas apiñadas; se asoman ante tanta belleza. Es una punta - como espigón que se adentra en otro mar -  de ese albaicín, blanco y nuestro. Lo llamamos ‘Barranco’. Reverbera la cal;  poesía de la arquitectura popular hecha barrio.

El cielo, azul celeste. Un azul de amor de otro tiempo, de siempre. Se recortan la espadaña,  los restos de la antigua parroquia, el campanario, la torre del homenaje, la muralla. El castillo está ahí, en su sitio, desde hace tanto tiempo…


Un puñado de nubes viene de alguna parte. Van… ¿adónde irán esas nubes que pasan sobre el Cerro de las Torres?

No hay comentarios:

Publicar un comentario