martes, 3 de noviembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las horas en que no pasa nada

La tarde de otoño se viste de rosa, violeta y malva. El sol hinca la cresta por poniente; avanzan sigiloso de las sombras. El campo acalla las voces con lentitud, con la resignación de quien sabe llegada su hora.

Se han atabacado las hojas de la parra. Los últimos escobajos de los racimos que se comieron los pájaros son esqueletos pendidos al aire. En la sierra, la brisa – porque se ha levantado una brisa ligera, tenue – mueve las ramas de los pinos. Hay un rumor de olas de un mar lejano e imposible.

Aletea un mirlo por el soto del arroyo. Se ampara en lo tupido de la arboleda. Lleva tras sí una escandalera. El mirlo se ha asustado; ha puesto tierra de por medio. En los charcos del camino se bañan los gorriones. Dicen que eso es señal de agua. Los gorriones son pardos, pequeños, con las cabecillas manchas por una pincelada negra.

Las palomas retornan de la campiña. Primero, se posan sobre el muro medianero del tejado; luego, con un pequeño recorte se adentran en el palomar. Sobre el caballete del corral Tito Livio – Tito Livio es un gato gris, con ojos preciosos y, como todos los gatos, muy independiente – mira, como miro yo, cómo se va la tarde.

La radio dice que el Atlético de Madrid ha empatado a cero en Astana. Astana es la capital de Kazajistán; está en medio de la estepa, en el centro de Asia, donde hace un frío que Dios tirita. Eso no lo dice la radio, pero yo lo sé porque me lo enseñó don Emilio Mandly cuando estudiábamos Segundo de Ilusiones, hace muchos años.

Por el camino han pasado dos niños. Hablan entre ellos. Los niños llevan tres perros: un pastor alemán, un garabito y un perrillo negro, pequeño y nervioso. Los niños son de esos niños a los que les viene la casa estrecha y se echan  a andar sin rumbo fijo.


Enfrente, en  las lomas de Virote, verdeguea la yerba de otoño; el olivar del portugués es una masa oscura y tupida. Se dan las ramas, entre sí, los olivos como amparándose unos a otros. Cobijados; hacen causa común…

4 comentarios:

  1. Una vez más me voy contigo de campo. Gracias.

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    1. No es mal sitio para perderse en tardes como éstas... Gracias María Victoria.

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  2. Inventario de intemperie, otoñal, de alguien que sabe mirar el mundo de la manera más hermosa.

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