domingo, 8 de noviembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gente

La tarde de otoño es dulce, suave, placentera. Las sombras de El Hacho hace un rato  que bajaron por la Cuesta del Convento, cruzaron el río y dibujan la silueta del monte en las Lomas de Virote, en Panza Burra, en el Morquecho, en el arroyo Jévar tan temible, a veces, y ahora sin agua…

Me echo a andar por la carretera. En el ‘Quebraero’ me cruzo con los que vienen de retorno. Almuerzan pronto, y a eso de media tarde, vienen de vuelta. Unos chiquillos beben agua no potable en la Fuente de la Higuera. Han dejado tumbadas las bicicletas en el suelo.  Esperan - las bicicletas - que se hidraten los presuntos deportistas.

Entro en el Convento. Está en penumbras. Un sensor automático ha encendido las luces a mi paso. En los alféizares de las ventanas se arrullan las palomas. En las oquedades de la espadaña juega el viento.

Dos mujeres rezan en el primer banco; una chiquilla deposita unas monedas en un armatoste eléctrico. Se enciende una luz; imita una vela. La gente - alguna gente - combina fe con dinero. No sé…

Vuelvo a la carretera; dos muchachos jóvenes recogen los toldos. Están en la aceituna. Los fardos son negros; las varas, largas. Junto al pie de un olivo un vibrador de color anaranjado; el campo se moderniza. Los veo cansados, sudorosos, hartos de la faena. Les saludo; me devuelven la cortesía. Los olivos siguen, ahí, en su sitio, donde siempre.

¿Qué pensarán estos hombres de la gente que pasa por la carretera? Es el final del día con el trabajo acumulado. El paso del sol les ha dado todas las horas del reloj; llega la noche, recogen. Mañana será otro día.

Una  parte del olivar está por coger; las aceitunas, cuentas de un rosario de pasión, doblan los varetones. Unas moradas; otras, virando. Quedan, las menos, con ese color bendito que solo tienen las aceitunas cuando saben cercano el sacrificio del molino.


En el Llano de las colmenillas canta una alondra; ella, a su modo, despide el día. Se agrandan las sombras…

2 comentarios:


  1. Repasando esta hoja suelta de hace un año amigo José. Como siempre, qué placentera se me hace la lectura.
    Me quedo con este párrafo:

    "Dos mujeres rezan en el primer banco; una chiquilla deposita unas monedas en un armatoste eléctrico. Se enciende una luz; imita una vela. La gente - alguna gente - combina fe con dinero. No sé…"

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  2. Dicen que la fe mueve montañas... Otras veces se queda en algo mas vulgar: lo llamamos dinero.

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