Están los nísperos en flor. Alguien dijo que el
primer árbol que florece es el almendro. Es verdad pero florece en invierno. El
níspero es más tempranero. Se adelanta en el tiempo. Le coge la ventaja y airea
sus flores, a manera de moños, en los pimpollos.
El sol dorado de la tarde pone los picachos del
color del ámbar. El aire peina la yerbapunta en las veras de las carreteras y
en las trincheras de la vía. Las lindes, regalo de la otoñada, son pespuntes
verdes trazados por tiralíneas sin cartabón ni escuadra.
Las abejas se dan un festín. Todavía el frío no las
ha encerrado en la colmena y liban en sus flores a sus anchas. Tampoco el campo
en estas fechas les ofrece muchas flores. Los nísperos le proporcionan el
adelanto de la primavera que todavía está lejos, muy lejos.
Dicen que vino de tierras de Oriente. Tuvo un
recorrido largo. Hablan que de China
pasó a Japón; luego, a Hawái. Por poniente, se vino hasta el Mediterráneo,
traspasó la Columnas de Hércules y llegó a Canarias… No hay quien le ponga
barreras al campo y tampoco se la iban a poner al níspero.
Es primo hermano de las manzanas, de las peras y de
las cerezas. Se ve que en esto de las frutas también existen los parentescos y
no como en el refranero que quien “tiene un tío en Graná ni tiene tío ni tiene
na”. Pues, no.
Le atribuyen un montón de propiedades. Su nombre
científico es un tanto raro. Ahora lo que nos ocupa no es ni su procedencia ni
cómo lo conocen los botánicos que le ponen nombre a las plantas. Ahora, sabemos
que ya están en flor.
En Callosa de Ensarriá, al norte de la provincia de
Alicante, les dieron un tratamiento de fruta en conserva y consiguieron que
haya nísperos en todos tiempos. Un acierto industrial y un halago para los
golosos que gustamos de esas cosas. Y, si además, ya están en flor…
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