Dios se ha salido de paseo esta tarde entre dos
luces. Se cogió de la mano de la luna llena. Se echó a andar por un cielo
limpio y despejado y se asomó al pueblo. La brisa se encargó de limpiar de
chinitas, o sea de nubecillas, el camino.
A Dios se le ocurre algunas cosas que los hombres no
entendemos. La tarde – al menos, la que veía desde mi ventana, estaba en calma;
preciosa, placentera. La tarde era un reclamo para pensar. Algo así como un
intento de ponerse en paz con uno mismo.
En Oriente Medio la tensión está a punto de hacer
que salten muchas cosas por los aires. París se recompone a duras penas de unos
días terribles. Nadie ha ido a vociferar, ‘asesinos’ a la 10 rue de Soférino,
en el Séptimo departamento, cercano al bulevar de Saint Germain; Bruselas
parece que toma ‘algo’ de normalidad; Mali está lejos, muy lejos, y como son
pobres….Casi ninguno ‘somos Mali’.
Dios envía sus mensajes en silencio. Y, seguro que
se preguntará, ¿por qué estos tozudos no se ponen de una vez de acuerdo? Y, si
por un casual alzasen la vista y mirasen al cielo? Mira que si levantan los
ojos…, entonces. ¿Qué pasaría entonces? ¿Lo sabe alguien?
No hay manera. Nos tentamos demasiado la cartera. Está
ahí, en su sitio. En ese bolsillo cercano al corazón. Yo no vendo armas a los
terroristas. Se engañan. Y van dicen que se las venden a otros. Esos otros las cambia por petróleo a mitad de precio y
por fanatismo y por muerte.
Cruzó el cielo una luminaria. Parecía una
avanzadilla de la estrella que anuncia a los Magos de Oriente. No, no. Era la
imagen del S-24 ruso derribado por un misil antiaéreo turco en el límite de
fronteras con Siria. Ya ven, ilusiones vanas.
Echo mano al ‘poverello de Asís’ y me encuentro:
“Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, / en el cielo la
has formado luminosas y preciosas y bellas”. Por el cielo, frente a mi casa,
paso la luna despacio, muy despacio. Claro, con la compañía que llevaba no es
para ir corriendo.
Enhorabuena por tu artículo, querido Pepe. Me da pie para publicar en mi página un inédito de 1990.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu artículo, querido Pepe. Me da pie para publicar en mi página un inédito de 1990.
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