sábado, 14 de noviembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sinrazón

La sinrazón se ha vestido de venganza en París. Repartió dolor junto a las gradas de un estadio de fútbol. Quizá alguien se cruzó con ella.  No le prestaron caso. Pasaron de largo; no la reconocieron. Nada de aquello iba con ellos. Es una imagen de muchos días…

El cielo de París estaba precioso. El cielo de París siempre es algo único; en otoño, más. Luego la noche lo trasforma en luz y París es la ciudad de la luz. París luz, París glamour, París libertad, París moda, París sonrisas… Desde anoche, París horror.

Los encargados de asunto estaban cegados por la venganza. Odio y más odio. Matan en nombre de un dios de muerte. No tienen límite; carecen del más mínimo sentido de la conmiseración hacia otras personas ajenas a todo lo que ellos dicen que defienden.

La sinrazón cambió de acera en el paseo de la tarde. Los telediarios nos amargan, por sistema,  la comida todos los días. Siria, Afganistán, Palestina, Egipto…; ahora, París. El título de las memorias de Hemingway decía aquello de París era una fiesta, más o menos. Ahora, hay otras memorias; otros, título. Muchos nombres; todos con el mismo denominador: dolor, terror, tragedia…

El tren en el que viaja la sinrazón lleva prisa; excesiva prisa. No para en ningún apeadero;  pasa de largo por las estaciones que no les interesa, y huele a muerte y a pólvora. El tren de la sinrazón trasporta cosas muy feas.

Se le ha ido la vida a muchas personas. Vivían su noche de fin de semana. Estaban en Saint Denis viendo un partido de fútbol; cenaban en un restaurante; echaban el rato en una sala de fiestas, de moda, en el París diferente.


Su vida se les ha anclado en vías muertas de estaciones sin salida que no vienen en el mapa. Esas estaciones, a partir de ahora si figurarán en los callejeros y todas tendrán junto al nombre propio el del apellido del terror, de la muerte, de la barbarie, de la sinrazón… ¿Para qué seguir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario