Ha venido con la puntualidad de siempre. Llegó como
llegan los temporales de Levante. Cielo encapotado y negro; mar de fondo;
oleaje embravecido que viene con malas ideas al rebalaje y, como los niños
traviesos, no ha parado hasta que no ha roto el vaso.
Ni una gaviota en el horizonte; las traíñas,
agarrotadas por el miedo; los barcos, los que han podido, amarrados en los
puertos; los otros, luchando con las olas en alta mar. El Levante avisa que
viene. No siempre da tiempo a ponerse a seguro y luego pasa lo que pasa.
Las imágenes del paseo marítimo son de pena. El mar,
como todos los años, ha reivindicado lo que es suyo. Los hombres, como todos
los años, volverán a echar dinero recomponiendo playas y bancos y jardines.
Limpiaran la arena cernida que no ha vuelto a su
sitio, o sea a la playa y toda esa basura que el mar ha traído hasta la
orilla…¡Mira que el mar saca cosas que le hemos echado y nos las devuelve
porque como no son suyas no las quiere!
La televisión anunciaba que el temporal en el
Estrecho ha interrumpido el tráfico entre Ceuta y Algeciras. Tampoco es una
novedad. Por cierto sé de una amiga que le ha cogido, en el otro lado, en
Chefchaouen. Colgó unas fotos preciosas – ella y las fotos - con los azules y blancos y el embrujo de la
ciudad rifeña…
Me acuerdo de lo que decía la copla: “las olas del
mar bravío se estrella contra las rocas / igual que los besos míos se estrellan
contra tu boca…” Naturalmente, las coplas, a veces dicen las verdades a medias
o, si me apuran, ni a medias, se quedan en cuarto y mitá. Más deseos que
realidades.
Juan Ramón veía el otoño “en una decadencia de
hermosura, / la vida se desnuda, y resplandece / la excelsitud de su verdad
divina”. Está claro, Juan Ramón escribió estos versos tierra adentro lejos del
mar de ayer tarde: implacable, imponente, terrible…
El agua es un animal vivo, y a veces, como en la fotografía, un toro desmandado.
ResponderEliminar