domingo, 1 de noviembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Grullas

Las grullas vienen de muy lejos. De los países del norte de Europa. Ya las han visto cruzando los cielos sorianos. De hecho, Santiago Bartolomé, ha  colgado una foto tomada, probablemente, desde Valdelubiel. Buscan las tierras cálidas del sur. Se afincarán en campos extremeños y andaluces.

Las grullas vuelan en forma de V, o sea, de esa letra que abre la palabra victoria porque es  una victoria atravesar tantas tierras. En los países de donde vienen las grullas amenazan los fríos helados que arrancan en el Polo; el hielo es el manto natural del amanecer.

Las grullas llegan a un país hermoso. Hermosa es la tierra parda de los barbechos que aguardan sementera; hermosos son los paisajes de encinares y dehesas donde  se aposentan; hermosos son los ríos y los valles y los arroyos y los carrizales y las tuberas…que buscan desde la altura.

 Las grullas llegan. Comparten dehesas con otros seres de la naturaleza; la tienen por suya. La dehesa está ahí. Las espera. Como se espera a alguien que tiene que venir a su tiempo y a su hora. El agua de otoño les ha puesto un manto verde de yerba que apunta y la alfombra.

Cuando pasan las grullas, dicen los que viven en los corredores – autopistas del cielo donde no cobran peaje – se oye un “cru-cru” inconfundible. Llenan el cielo con una música diferente. Es una sinfonía para andar sus caminos. ¿Las grullas llevan puestos el cinturón de seguridad?

Traen mucho camino andado. Los vientos le hacen de eco; las nubes, requiebros Anuncian a la gente que están aquí, que pasan, que siguen su ruta.  Es su tiempo;  estamos a primeros de noviembre.


Las grullas no saben leer. Probablemente las grullas desconocen que, en este país al llegan,  – lo dijo don Antonio Machado que vivió en la estepa soriana y supo de hielos por fuera y por dentro, hay “mala gente que camina / y va apestando la tierra”. Él, también,  había andado muchos caminos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario