El río nacía bajo una covacha de gandinga en la que crecían,
a modo de arbolitos, ramas de tomillo, algo de romero y, al pie, unas pitas
pequeñitas arrancadas en el borde de la carretera en carretera en la cuneta del
Quebraero. El río – papel plateado del chocolate Santa María, que nos daba, el
papel, claro, Juanico ‘el de Bonela’
– corría por una llanura verde de serrín que lo alfombraba todo.
Salvaba el río un puente de corcho. Sobre el puente, una
borrquilla cargada con leña; un poco más abajo una mujer lavaba y aguas arriba
de la lavandera una pata madre seguida por un puñado de patitos pequeños
nadaban en el agua imaginaria.
Un poco más allá, un hombre araba con una yunta de vacas, y
unas gallinas picoteaban en un corral con empalizada y todo; pastaban un rebaño
de ovejas en la placidez de la yerba; las cabras – ya se sabe, ‘la cabra tira
al monte’ – se encaramaba entre los ricos artificiales de los cerros formados
con sacos de arpillera. El pozo esperaba a la cabras que no bajaban a beber
nunca. (Los peces eran otra cosa).
No faltaba el error de bulto: una corraleta con la cerda y
sus cerditos. Todos preciosos, lindos. “Del guarro hasta los andares”, pero no
sabíamos que en el mundo hebreo el dichoso bichito es animal impuro y, por
tanto, prohibido…
Coronaba la cumbre un castillo de corcho. En la puerta
hacían guardia dos soldados armados con lanzas y, en el centro, delatante de la
puerta un rey con cara de malo. Se llamaba Herodes. Ningún niño quería a aquel
rey.
Por las montañas
bajaban tres Reyes – a esos sí que los queríamos – montados en camellos.
Caminaban al portal donde estaba el Misterio; en el frontal, un ángel con un
mensaje: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad”. Y, digo yo, y a los otros, también, son quienes más la necesitan,
¿o, no?
“Aunque estaba la noche serena por todos los campos la nieve
caía…” Cantaba la pastoral de Antonio ‘el
Divino’ que pasaba por la calle. Al leer estas líneas todos nos las hemos
andado por ‘otro’ Nacimiento, el nuestro. No lo olvidaremos nunca. Que Dios os
bendiga a todos.
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