sábado, 20 de diciembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arriate

                                            

Aunque ves a Ronda asomarse en la lejanía,  si vas por verano a Arriate, siéntate bajo algún sauce a no hacer nada. A ver cómo corre el agua o cómo pasa el tiempo. Llegas a campo llano. Inclinado al norte por donde corre el río Ventilla que, cuando se une con otros arroyos, forma el Guadalcobacín.

Una de las veces que anduve por allí, el cura - Antonio Jesús, entonces - joven y con inquietudes compartía la labor en la parroquia con las mañanas en el hospital de Ronda. Había conseguido una imagen de la Piedad, en cartón piedra y andaba en el arreglo de los tejados de San Juan de Letrán - su principal monumento - la parroquia del pueblo.

Supe también, que el Rosario de la Aurora -‘auroreros’- ,lo lleva el barbero (para mí que muy desconfiado, cuando de regreso del campo, una tarde me acogió en su casa y le pregunté por esas cosas; y si porque eran muy pocos hombres, no había pensado que participasen mujeres. “Calle, hombre, calle, -me dijo-  donde se meten lo estropean todo”. Y le dije que no, y que no estaba de acuerdo y, como él tampoco lo estaba conmigo, pues eso, que me despidió con el viento fresco de la tarde...).

Me dijeron, después, cuando comenté lo ocurrido que tenía dos hijas universitarias. A lo que se ve que cuando uno es de ideas fija...

Hace unas noches me fui otra vez. Las estrellas estaban sembradas a voleo en la sementera del cielo. Hacía una noche fría de diciembre; helaba. Antonio García Barbeito puso el calor de la solidaridad. Leía su cuento de Navidad, “El día que Jesús no quería nacer”. Y lo leyó, ¡y de qué manera!

“¡Vete, Ángel, dile a Dios / que venga a la Nochebuena / que sí merece la pena…/ Que se lo pide el Amor!”.Con las últimas palabras del Maestro resonó, no se sabe dónde, un ¡aleluya muy grande porque, una vez más, estaba naciendo Dios.

Terminó el acto. El Maestro, en otro sitió, recitó otros versos; Alicia, Inma, Sergio, Manolo… pusieron el acento de la amabilidad y la acogida; nos dieron todo el cariño que la gente buena pone en sus cosas.


Manolo me indicó la manera de acortar camino: por una cuesta orlada de cipreses, a la carretera de regreso. El Maestro Barbetio me dice que a ellos les cogió la niebla…, a nosotros, frío, mucho frío por la Cueva, por el Serrato, por Carratraca; luego, y cerca del Guadalhorce, subió algo la temperatura.

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