Aunque ves a Ronda
asomarse en la lejanía, si vas por
verano a Arriate, siéntate bajo algún sauce a no hacer nada. A ver cómo corre
el agua o cómo pasa el tiempo. Llegas a campo llano. Inclinado al norte por
donde corre el río Ventilla que, cuando se une con otros arroyos, forma el
Guadalcobacín.
Una de las veces que
anduve por allí, el cura - Antonio Jesús, entonces - joven y con inquietudes
compartía la labor en la parroquia con las mañanas en el hospital de Ronda. Había
conseguido una imagen de la Piedad, en cartón piedra y andaba en el arreglo de
los tejados de San Juan de Letrán - su principal monumento - la parroquia del
pueblo.
Supe también,
que el Rosario de la Aurora -‘auroreros’- ,lo lleva el barbero (para mí que muy
desconfiado, cuando de regreso del campo, una tarde me acogió en su casa y le
pregunté por esas cosas; y si porque eran muy pocos hombres, no había pensado
que participasen mujeres. “Calle, hombre, calle, -me dijo- donde se meten lo estropean todo”. Y le dije
que no, y que no estaba de acuerdo y, como él tampoco lo estaba conmigo, pues
eso, que me despidió con el viento fresco de la tarde...).
Me dijeron, después,
cuando comenté lo ocurrido que tenía dos hijas universitarias. A lo que se ve
que cuando uno es de ideas fija...
Hace unas noches me
fui otra vez. Las estrellas estaban sembradas a voleo en la sementera del
cielo. Hacía una noche fría de diciembre; helaba. Antonio García Barbeito puso el
calor de la solidaridad. Leía su cuento de Navidad, “El día que Jesús no quería
nacer”. Y lo leyó, ¡y de qué manera!
“¡Vete, Ángel, dile a
Dios / que venga a la Nochebuena / que sí merece la pena…/ Que se lo pide el
Amor!”.Con las últimas palabras del Maestro resonó, no se sabe dónde, un
¡aleluya muy grande porque, una vez más, estaba naciendo Dios.
Terminó el acto. El
Maestro, en otro sitió, recitó otros versos; Alicia, Inma, Sergio, Manolo…
pusieron el acento de la amabilidad y la acogida; nos dieron todo el cariño que
la gente buena pone en sus cosas.
Manolo me indicó la
manera de acortar camino: por una cuesta orlada de cipreses, a la carretera de
regreso. El Maestro Barbetio me dice que a ellos les cogió la niebla…, a
nosotros, frío, mucho frío por la Cueva, por el Serrato, por Carratraca; luego,
y cerca del Guadalhorce, subió algo la temperatura.
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