miércoles, 3 de diciembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Frasco

                                                           

Frasco era bajito, rechoncho  y ‘rejechete’.  Frasco era propenso a crecer más en los centímetros de cintura que por la altura. Amigo de sentarse a la mesa y de todo lo que viniese del cerdo. Campechano, sin prisas y servicial. Frasco tenía más de Sancho que de don Quijote.

Le gustaba ‘frutearse’ a las claras del día con las primeras brevas rayadas, con las ciruelas tempranas, con las granadas casi a punto de sazón. Lo que diese el tiempo. Aficionado a la caza se le escapaba algún que otro embustecillo que, en ocasiones, salía algo grande.

A Frasco – Francisco Cid, que así se llamaba – la vida le reservó un palo duro, durísimo. Su hijo Juan se fue en plena juventud. Era por mayo… Sus compañeros aún no habían iniciado el segundo campamento de verano en las milicias universitarias. Un “problema de salud”...  A Frasco no le cambió el carácter  pero se vistió de negro para siempre y perdió la sonrisa.

Entró a trabajar en la Renfe, joven. Primero, fogonero; luego, maquinista. Frasco atizaba el fuego que tenía que alimentar la caldera. Después llevó una máquina en la línea entre Manzanares y Puertollano (el que ni es puerto ni es llano, ese). Frasco sabía dónde estaban las mejores bandas de perdigones en los campos de Calatrava…

Destinado, más tarde, en la línea de Málaga a Bobadilla, hacía la ‘doble’ cuando los mercancías venían con excesiva carga. A la estación de Cártama acudían a facturar pañiles de hortalizas desde Coín y Alhaurín; en Álora se les unían, en ocasiones,  vagones con cítricos y productos de la huerta; en Las Mellizas se les echaba algo más.

El tren llevaba carga, mucha carga. Una máquina delantera no podía tirar de todo y, era entonces, cuando se le ponía ‘la doble”, o sea, una máquina que en cola, empujaba para superar todos los desniveles de pendiente y así se superaba El Chorro, los túneles y Gobantes.

A la llegada a Bobailla, el maquinista elevaba un parte de incidencias para justificar los retrasos permanentes. Lo entregó al Jefe de Estación. Frasco rellenó:

-          “El 2917 de las 14,34 llegó tarde a la estación de Bobadilla por fuerte  ‘pataleteo’ en los sifones de  ‘el Tomatero’ y la máquina hacía fun, fun, fun….”


Frasco, genio y figura.

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