La chica tiene una estatura más bien bajita; el pelo rizado
y unos ojos ni grandes ni pequeños. La chica se abriga con un jersey de color
burdeos de cuello de cisne, semivuelto; un gorro de lana gris le cubre la
cabeza. Lleva botas de tacón alto. La falda,
de lana a cuadros…
La chica lleva colgado, sobre el hombro izquierdo, un bolso
negro. El bolso es de piel; es de alguna tienda cara. Se sostiene por una
correa delgada; una hebilla dorada lo pone a la medida. El bolso no sobrepasa
la cintura de la chica. En la mano derecha lleva unas bolsas. La chica ha
estado esta tarde de compras…
Canta el nombre de los grandes almacenes. Esos que dicen cuándo
es primavera y cuándo llega el otoño y
cuándo es tiempo de rebajas y esas cosas. Esos. Ya se sabe, las fechas que
vienen, lo que se compró y se devuelve en tiempo, lo que…
Desde la ventana veo como la poca brisa que sopla esta tarde
casi no bambolea el pináculo del ciprés del jardín de enfrente. En su espesura
juegan los gorriones. ¿A qué puñeta jugaran los gorriones que nunca, como los
niños traviesos, se están quietos?
La chica se ha parado delante de un escaparate de teléfonos.
Mira, parece que busca algo. No entra. Sigue de largo. La chica parece que no
tiene ninguna prisa. ¿Y, si no la espera nadie?
¿Quién lo sabe?
¡Dios mío que cosa más bonita! Al igual la niña del jersey
de cuello de cisne y la falda de cuadros es un ángel que han mandado de arriba
para poner un poco de amor por aquí abajo y no nos hemos dado cuenta…
La chica no hace caso a eso que a manera de ruido dice que
los peces beben y beben y que si una burra va con no sé qué carga y que la
Navidad es blanca y que… Sigue su camino. Va a lo suyo. A mí, algún día, me
gustaría tomar un café con la chica de estatura bajita y pelo rizado que esta
tarde, a modo de ángel, ha pasado por mi calle…
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