Ya está aquí. Llegó el tren con viento del Este y se paró en
una vía de una estación de contenedores
- Abroñigal - en las cercanías de
Madrid. Más de trece mil kilómetros por tierras de China, Kazajistán,
Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania, Francia y España. 21 días de viaje…
Marco Polo salió de Venecia. Recorrió otras tierras más al
sur de por dónde ha venido el tren. Marco Polo invirtió casi toda la vida en
aquel viaje porque el hombre se ‘entretuvo’ en otras cosas. Abrió lo que se
conoce con el nombre de la “Ruta de la Seda”.
El tren de ahora partió de Yiwu (que levante la mano quien
sepa que existía ese pueblo, vamos hombre) cerca del Pacífico. Ha cruzado
tierras de bosques y desérticas, montanas y llanuras, ríos…, y se ha quedado,
como quien no quiere la cosa, a tiro de piedra del Atlántico. ¿Qué nombre le
darán a esta nueva ruta?
Se nos queda pequeño lo que en el colegio estudiábamos como
Eurasia. El día que hagan el puente o el túnel, que será lo mismo para el caso,
en el Estrecho de Gibraltar, los trenes de largo recorrido (los de cercanía, se
quedarán antes, claro) se podrá llegar hasta Ciudad del Cabo. Ya ven lo poco
que cuestan lo sueños…
El Transiberiano circula de Moscú a Vladivostok. En Ulán-Udé
se desviaban los trenes que por Ulán Bator, en Mongolia, iban hasta Pekin. El
tren bordeaba el lago Baikal. Los occidentales teníamos prohibido llegar hasta
Valdivostok, nos bajaban en Jabarovsk donde se unen el Amur con el Usuri.
Este tren que ha llegado hasta Madrid volverá, dice el
periódico, dentro de unos días con vino,
jamón y aceite. Estoy seguro que, con la que está cayendo, a alguien de la Casa
Real, no le importaría que incrementase el cargamento con algún cuñado raro,
aunque fuese de fogonero, que de eso parece que sabe el chicarrón del norte...
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