Se va el otoño casi sin darnos cuenta. Dice el calendario
que le quedan días. Casi todo apunta a un invierno que no mejorará lo que se
deja atrás. Ni en climatología, ni en perspectivas. Al invierno, por no sé qué
arte de birlibirloque, lo vestimos de blanco; a los túneles de negro y a el
panorama que viene… ¿De qué color vestimos los que se nos viene?
Se desploma la economía del gigante llamado Rusia. Un nuevo
Zar sin cosacos en las estepas no puede ni con la corrupción ni con el gigante
de los pies de barro. Demasiado grande para sostenerse después de un
desfondamiento descomunal.
Se va la cordura, si es que había alguna, de las tierras de
Oriente Medio. Fanatismo. Las tragedias de Pakistán, Yemen, Siria…, confirman
que por aquellos lugares de desiertos ardientes hay poco arreglo.
Se va la capacidad de solución para muchos problemas en la
vieja Europa. Alguien dijo que la vejez, además de la decrepitud, era la
carencia de soluciones a las situaciones engorrosas. Miles de emigrantes se
agolpan en la otra orilla del Mediterráneo. Lanzan un mensaje: quieren comer,
al menos una vez, cada día.
Se va el otoño. Fue demasiado cálido cuando entró. Decían
que si por culpa del cambio climático, que si no porque se desplazan las
estaciones, que si ¡vaya usted a saber…! Lo cierto es que las tiendas de
abrigos largos y jerseys tenían casi tanta aceptación como una fábrica de hielo
en la Antártida o una tienda de paraguas en Tinduf…
Afinan ya las gargantas los niños de San Ildefonso. Hemos roto
-.yo, al menos, he pecado, padre – el propósito de no ‘cargarnos’ de lotería y
nos preparamos para vivir, pletóricamente, el día de la ‘salud’ entre la
comprobación de que un año más, la fortuna que sabe donde vivo, pues….
Lennon, dijo: “la vida es aquello que te va sucediendo
mientras te empeñas en hacer otros planes”. Más o menos. Sí hay una cosa
cierta. Se va el otoño; vendrá el invierno y como el villancico anuncia,
cualquier día de estos, también, nos iremos nosotros.
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