Alguien acuñó: “el mundo es un pañuelo”. Verán, un amigo de
Chichón, - el del aguardiente para días como el de hoy, ese - enlaza con otro
amigo que vive en Avilés, y entre ambos dos, me envían un lote de libros. Uno,
como ‘gestor’; el otro, como autor de las obras.
Juan Francisco Martín Sanz se vino, de joven, desde las
tierras de Burgos a Madrid; Agustín García Delestal, desde Sotillo de la
Adrada, se fue por esos mundos: Asturias, Valencia, Argelia…
Agustín, “sumergido
en la historia” acaba de presentar, “Nueve Pasos al presente” (Editorial EdítaloContigo,
2014), colección de relatos. La fantasía del autor va de la mano de la historia
o, al revés. Uno a veces ya no sabe dónde están las lindes.
Sugerentes las descripciones
de la Paramera camino del alto Alberche: “espacios más abiertos, poblados de
retamas, tomillos y escobones”…En el fondo de todo, la ‘aparición’ de la Virgen
de la Yedra.
Dramático, ese puente
sobre el Ambroz, en Aldeanueva del Camino (¿cuántas veces habré pasado por ese puente?); duro, la
expulsión de los moriscos de Levante. Lleno de enigma el devenir de los
Templarios….Sindo, Queta, Zulima.
En Béjar sitúa Agustín uno de los relatos de su libro: “Un
sueño trágico”. No le reviento al lector la lectura. No. Atrapan, eso sí, los
personajes ficticios - ¿o no? de don
Manuel casado con la rica del pueblo; Dulce, “sus ojos grandes, rasgados, de
color…”; o Pedro, médico y marino en los mares lejanos.
Después; Filipinas, aniquilación total en Cavite: “(…) la
Escuadra de Filipinas ha sido destruida por la americana (…) A las ocho,
incendiado completamente “Cristina”, e igualmente “Castilla”. Lo firmaba el Almirante
Patricio Montojo.
En el “Castilla”
habían dado por muerto a Pedro Espinel…Es el comienzo del relato. Un
descendiente de aquel Almirante Montojo que firmó el parte final, fue mi teniente en la 4º Compañía, del 1er
Batallón del CIR º14, Palma de Mallorca…
Por él conocí, de primera mano, ‘otra’ versión del desastre
de Cavite; Agustín le ha puesto la literatura. A mí, solo se me ocurre dar por
bueno que, efectivamente, “el mundo es un pañuelo”.
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