Venían por el camino con el capote chorreando agua. La lluvia empapaba la tierra. Debían pesar
aquellos paños, tan largos, una barbaridad. Recorrían el campo. Iban dos;
siempre, dos. Uno, decían, era el jefe de pareja. Llevaban una cartera de cuero
negra, grande y colgada en bandolera; en el hombro un arma: el mosquetón…
-Niño, como seas malo vienen los civiles.
Y, el niño que no era malo sino traviesillo, se asustaba.
Los veía que subían despacio hacia la casa, uno junto a otro, y al niño, le
pasaba por su cabecilla inquita una película de posible ‘fechorías’. Siempre
tardaba un tiempo, que parecía eterno, en que comprobaba que los civiles iban
en otros menesteres.
De la cartera sacaban un libro, con las pastas de cartón
gruesas. El libro era grande, pautado y sobre los reglones unos encabezamientos
que no leía nadie, pero dónde ponía, lugar, hora de la visita, personas que
había en la casa y…
-Morales, le decían a mi abuelo, la firma.
Y mi abuelo firmaba, al final, en un recuadro donde daba fe
que la pareja había estado allí en el momento que se decía. Mi abuela, porque en
el campo siempre se le echaba un café a las visitas, les ponía unas tazas y
algo para seguir camino…
Pasó el tiempo y, luego, venían a caballo. Eran caballos
briosos, fuertes, lustrosos. Los guardias a caballo parecían más distantes.
Eran hombres de carne y hueso, también. Recorrían parte del término y el lugar
convenido podría haber algún jefe esperando y comprobaba…
Cambiaron aquellos caballos por otros de motor. Fue la
perdición del campo. Se perdió desde entonces la Guardia Civil de campo. Ver ahora
a la Guardia Civil en el campo es porque ha pasado algo. No van por los
caminos. Dicen que el Duque de Ahumada los fundó para vigilar las zonzas
rurales. Eran otros tiempos. Pero…
Ahora cuando se ven motorizados por la carretera imponen un
respeto… O sea, miedo y si te paran, apaga y vámonos. La literatura se encargó
de darles palos; los sanguinarios asesinos, muerte. Quienes tenían que
defenderlos casi los han vendido (lean, lean la prensa); el pueblo llano piensa
en la Guardia Civil que impone respeto sí, y da seguridad en los caminos.
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