La muerte de don Emilio, don Emilio Botín, al que yo sólo lo
he visto de cerca una vez en mi vida y fue en una conferencia en la Universidad
Carlos III de Madrid, cuando Peces Barba era el Rector, vayamos a historias, ha
cogido por sorpresa a unos pocos.
Han comenzado los chistes. ¡Hay gente pa tó! Y dicen que
desde ayer, en el Santander no dan crédito. Se han desenmascarado los odios. Los ha habido con mala
baba y colmillos sin estrenar. Sor, para mi no migue ¿vale? ¡Qué pena de esto que damos en llamar humanidad!
Dicen que en el cielo – le colaron el gol de aquel de la
Santa Obra – se las andan de limpieza porque esperan, de hecho ya llevan un
tiempo, que un día u otro arribe el Papa Francisco y ya se sabe que desde que
murió san Ignacio…
Pues eso, como este año se está muriendo gente que no se
había muerto antes, pues que allí, donde un señor con barbas, ese en el que dicen que creen hasta algunos
obispos, recibe a los que deja entrar
el portero, uno que se las andaba de pesca por el mar de Galilea…
A lo que iba que el
señor con barbas tiene cola de gente de muy diversas procedencias y pelajes y que los angelitos encargados de la
limpieza quieren una revisión del convenio colectivo y que las nubes quieren
una carga de energía renovable porque con tanto trasiego están casi bajo
mínimos. Tan mínimo que ni las vemos.
El patio, el de aquí abajo, está que es una alegría. Mejor
una fiesta. ¡Cómo estará la cosa que hay quien ha adelantado el billete porque
están hartos de jugar al gol, y de Consejos de Administración y de ‘distraer
dinero’ y de escuchar…. Ay, que no, que no. Que me he equivocado.
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