Tiene el nombre de eso que dicen que es lo último que se
pierde. Es rubia, altiva, prepotente y no está sobrada de peso. Alguien dice
que tiene de ovarios casi la misma proporción que tiene de lo otro el bicho ese
sobre el va subido Espartero.
Según cuentan hizo lo que hacemos, casi siempre, todos
cuando vamos al cajero y no hay aparcamiento: dejó el coche en doble fila. Vinieron
los guardias, vieron la mordida y, todo eso que ya ustedes conocen.
Los dioses eran dioses porque vivían en el Olimpo (el Limbo,
que ya dice el Papa que no existe, era otra cosa). Miren por donde los dioses
tenían las mismas pasiones que los humanos que, por estas fechas, se la
andarían de verdeo en los olivos centenarios del Peloponeso.
No había en la Grecia de aquel tiempo ni cajeros ni guardias
(en las películas de Landa se llamaban ‘urbanos’) y ahora Agentes de Seguridad
Vial, ni la tal ‘Esperanza’ que fuese a
sacar dinero. ¡Maldito parné! qué diría la gitana.
A mí la señora que tiene el mismo nombre que las dos Vírgenes emblemáticas de Sevilla. Sí.
La que viene de donde los marineros y, la otra, la que está junto a la muralla
y lleva las esmeraldas esas maravillosas que se bambolean en su pechera…O, como
esa perchelera, que no cabía en Santo Domingo y se la llevaron un poco más
allá…
A lo que iba, a mi me parecía que la susodicha, en política, ya había cumplido,
y que estaba amortizada. Hacía falta savia nueva y todas esas cosas que se
piden. Pero miren por dónde por cómo y
manera con que le están atizando, yo estaba en la inopia…
Pongo, por un poner,
porque ver una tertulia de televisión es como aguantar un sermón de un cura que
había en mi pueblo, y me doy cuenta que a ésta le temen más que a un día sin
agua en la ‘sanmiguelá’¡Madre del Amor Hermoso! La han resucitado. Y como dicen
que es lo último que se pierde, pues arreglados estamos.
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