jueves, 4 de septiembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mi árbol y yo

                                            

Lee don Marcelino, recostado en su estatua de piedra, en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional. A sus pies los guardias de seguridad me ojean los papeles. Saludo a don Marcelino. Naturalmente nunca me responde…

Me entero que esta mañana, en el parque del Retiro, cerca de la Avenida que lleva su nombre  - yo siempre tomo el metro, precisamente, en Menéndez Pelayo cuando voy al Archivo Franciscano - por poco se lía…

Ha caído  un pino piñonero. Estaba junto a los jardines de Cecilio Rodríguez. El periódico informa del diámetro del tronco, de la envergadura de copa. Usera, Villaverde, Ayala, Recoletos, Entrevías…¿y van?

Caen los árboles, y - ¡oh destino! éste estaba cerca del Colegio Oficial de Ingenieros Forestales o algo parecido. Dicen que no saben por qué caen tantos árboles en Madrid. Lo achacan a problemas radiculares. Culpan al agua del riego, al Ayuntamiento…

Escribió Alejandro Casona una obra de teatro fantástica (todas las obras de teatro son fantásticas y, las de Casona, más): “Los árboles mueren de pie”. Era el enredo de la ilusión mantenida, de otra realidad; era esa chispa que nos hace ver la vida aunque sabemos que no es así… Era también algo del mensaje de Casona: el más allá ¿qué puede haber en el más allá?

Hace unos días, el Maestro Barbeito contaba cómo un motosierra (seguro que tiene una marca con nombre sueco de difícil pronunciación) se las había arreglado para llevarse por delante los plátanos orientales de no sé qué Avenida en Sevilla.

Se me subió la sangre a la garganta y le comenté que ojalá haya infierno y que ojalá en él ardan todos estos socios de Satanás que la emprenden contra los árboles. Quizá me pasé. Se lo dije. Si se podan, los árboles rebrotan a la vida y con más vida; si se talan…


Alberto Cortez compuso: “Mi árbol y yo” Cuenta como, ambos dos, el muchacho y el árbol se reencuentran tras haber andado los caminos de  la  vida… Mitad  y mitad juntas, sombra y recuerdos, ausencia y presencia: “mi árbol y yo”. Yo me quedo con él ¿Y, usted?

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