Compuso el maestro Solano cientos de coplas. España,
entonces, contaba su historia vendiendo agua fresca de la Fuente del Avellano o
nos decía cómo una paloma blanca bajaba al río a bañarse… No había parlamentos
con iluminados, que ni atienden a razones, ni buscan más interés que el suyo.
No. Era otra España.
Escoger una, de entre todas las canciones del maestro, es
difícil. Su obra pasó para la inmortalidad por la garganta de doña Concha, de
Rocío Jurado, de Isabel Pantoja…y, de una voz desconocida de pueblo: Yoli
Fernández.
Verán. La cosa comenzó así. Cuelga la incombustible Marisa
Segura un video sacado de Álora TV. Día de la Mujer, teatro Cervantes, orquesta
dirigida por Guillermo Carretero, concierto “No me llames Dolores, llámame
Lola”…
Arranca la orquesta. Aparece en el escenario Yoli Fernández.
Good Vibrations. Se ve venir, se palpa, se siente. Es ese pálpito del arte, de
lo bien hecho, de lo mejor sentido, de lo que se transmite y llega a donde
tiene que llegar.
Un estruendo de aplausos la recibe: “Cuando de verás se quiere…” Y, rompe la voz el aire que va y viene,
y el mensaje que habla de temblores de agonía, y del color de tu pelo que dan
celo, y pregona, que tiene miedo de querer y de perder, de sueños a los que no
importa la luz del día ni las tinieblas de la noche, de puñales, de
presentimientos. Miedo, mucho miedo…
Yoli tiene pellizco, Yoli lleva mucho dentro y lo da con
generosidad y con entrega. No se reserva nada. Vibra su voz; tiene el embrujo
de la muleta de Curro, de una media de Morante – si esto es una media, escribió
una vez el Maestro Barbeito, ¿cómo será entera? – y aflamenca lo que aquel
genio – “Miedo, tengo miedo” - escribió como tonadilla.
Me dice Marisa que el concierto es de hace un tiempo pero,
como el arte es atemporal… Lleva Marisa razón. Toda la razón. La pena es que
este arte se quede encerrado dentro del arca. Hay que sacarlo fuera. Alguien
tiene que romper este silencio, porque Yoli rompe moldes. Good Vibrations.
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