sábado, 7 de junio de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gredos, único.

 

 

  
              Santuario de Nuestra Señora de Chilla. Candeleda. (Ávila)


Circunvalar Gredos es una experiencia única. En invierno la nieve se toca con la mano a orillas de la carretera; en verano, los pastos de alta montaña ponen mantos verdes desde las cumbres hasta los prados. Navarredonda de Gredos, Hoyos de Miguel Muñoz, Barajas, Hoyos del Espino, San Martín del Pimpollar…

Pienso en las aguas claras de ríos recién nacidos. El Alberche y el Tormes bajan al Tajo y al Duero; una red de gargantas alimenta el Tiétar. La geografía lo ha querido así. Recuerdo con nostalgia las palabras de Josefina Carabias que veía la luna, ‘estas noches de luna’, ¡ay, y de qué manera!, sobre los Galayos y sobre el Pico y sobre Gredos…

Deben haber pasado más de treinta y tantos años de la primera vez que fui por aquellas tierras. Era verano. La calor sofocante – cuando supera los 40º es “la”- de esta tierra nuestra se vio, de pronto, absorbida por el agua helada que bajaba, entre cantos enormes de granito, helada y  tan fría que era irresistible estar un rato metido en aquellas pozas cristalinas.

A Gredos se puede subir por un montón de sitios. Desde la propia Vera, o circunvalando la sierra de Tormantos, por el Piornal se baja al Valle del Jerte y de allí por el puerto de Tornavacas, al Barco de Ávila…

Eso ya es castilla, en el Barco junto al Tomes hay dos opciones ir para para Pidrahita (ahí, en toda esa zona hay que tomar alubias y ternera de Ávila. No hacerlo raya en el pecado mortal) o por Navacepeda del Tormes llegarte hasta Burgohondo… De verdad que es imposible aconsejar recorridos. Yo siempre he buscado ‘la rosa de los vientos”.

Si sales de Cuacos de Yuste, donde suelo poner el hato, sigue carretera adelante, a orillas de sierra. A la izquierda, hasta Arenas de San Pedro, todo es Gredos con las diferentes denominaciones que toma la sierra. Como te decía antes, tú a “la rosa de los vientos”. No te vas a arrepentir. Tengo para contarte como aquello de los cuentos de Las mil y una… pues mil y una aventuras. Algunas, ahora que ya ha pasado el tiempo y ves las cosas de otra manera ¡qué te digo! para que me hubiesen dado un buen guantazo. Era merecido. Pero, bueno, tuvo su encanto.

Te lo recomiendo, si puedes, llégate al Santuario de Chilla. Si es finales de verano – el otoño llega a la sierra antes – verás como el viento bambolea las copas de los árboles y silba entre sus ramas. No vas a ver otra cosa igual en muchos caminos…

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