viernes, 6 de junio de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Árboles

 




                      A mis amigas Francisca (q.e.p.d.) y a Conchi Vila en recuerdo de su padre...                             

   

Junio, 6 viernes. 


Era una mañana tórrida de verano. Era una de esas mañanas que no salen ni los pájaros al agüero. Parecía que se había dejado las puertas del infierno abiertas y todo lo que circulaba era fuego…

Yo, cerca del mediodía de aquel domingo – porque era domingo – fui como iba todos los días a la Papelería Lería  - allí compré mi primer Quijote: 12 pesetas) a recoger el periódico, antes del cierre ya que por la tarde no abrían.

En esas estaba cuando llegó Juan. Juan, un hombre nonagenario que aún conducía un R-8 (no sé cómo, pero lo hacía, también hay que decir que era otro tiempo). Juan era enjuto, bajito y delgado por la edad y porque su constitución no daba para más. Francisca, su hija era un puro manojo de nervios. Al verlo llegar, explotó:

- Papá, de donde vienes ahora con lo que está cayendo…

Juan, un pequeño junco, pero firme en su saber estar y en la palabra contestaba de manera pausada, lenta, convencido de su buen hacer.

- Del campo…

- ¿Podrá saberse que has tenido que hacer tú, una mañana como ésta, en el campo?

- He estado sembrando un algarrobo…

- ¿Un agarrobo?

- Para que os dé sombra...

Lo presencié, lo viví así y así lo cuento. En mi interior está impresa como una marca indeleble aquella conversación donde un hombre en esos momentos no pensaba en sí.

Me ha llegado, no sé quién me ha mandado, la viñeta que ilustra el artículo. He creído que es lo ideal para decir que la edad tiene una importancia relativa. Lo que realmente vale es la voluntad de los hombres para dejar un mundo mejor.

Un grupo ecologista “Cuatro estaciones” en una muestra en la sala de Exposiciones “La Cancula” de Álora ha dejado ver una muestra de la flora y la fauna, qué hay que conservar y cuidad y qué es un comportamiento incívico. La exposición es una lección donde la gente que quiere a su pueblo muestra lo que hay, notifica que es lo que por ningún concepto debemos hacer y muestra un camino, el de la educación y el de concienciar cómo debemos actuar.

Hace unos días saltaba la noticia de la tala (que no poda que parece lo mismo, pero no es igual) de cientos de olivos en Jaén para instalar esas nuevas energías que están enriqueciendo más a los ricos. Sentí pena, mucha pena. Me pregunté para mí mismo ¿no se puede arbitrar una solución sin originar esa masacre vegetal?

Esos olivos los sembraron otros abuelos, pero sus nietos no podrán acogerse a sus sombras…

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