Junio, 1 domingo.
¿Sabes?, ayer tarde, cuando el
crepúsculo vestía de manera única el cielo de Málaga, salí de La Rosaleda (los
peores setenta y cinco minutos de eso que llaman fútbol que recuerdo haber
visto en mucho tiempo… No pensé, que después de casi cuarenta años
ininterrumpidos, me echarían, pues te digo, que me temo que lo consiguen…)
Te decía y te digo, Málaga que
sorprende de esa manera tan diferente como ella solo sabe hacerlo se vestía de
gala en los jardines de Puerta Oscura. ¡Qué nombre con más misterio donde
aflora la belleza por todos sitios el embrujo!
Estos jardines nacieron bajo
esa fantasía de ensueño en yesería y ladrillo visto que la Alcazaba y que,
encerrada entre muros, es un encanto desconocido para muchos malagueños que pasan
delante de ella y nunca o casi nunca se les ocurren traspasar sus puertas.
Los jardines miran la Bahía; en
medio. el parque, y al otro lado, “la mar chica del puerto donde andan
buscando los buzos la llave de mis recuerdos”. Son los jardines, digo, como
una prolongación de esos montes repoblados que le presentaron cara al
Guadalmedina salvo que aquí, han
salpicado las laderas de acacias, cipreses,
adelfas rosáceas, blancas o rojos oscuros, palmeras, palmitos,
jacarandás que alfombran el suelo en un mosaico de colores, y uno admira
colorido y encanto de la mano.
Crearon un dédalo de calles,
escalerillas tortuosas, descansillos, terrazas, pérgolas, miradores… Todo junto
a La Coracha que Leonardo Fernández llevó a sus lienzos y donde Málaga dejó de
morir de pena y casi abandono a uno de sus petas grandes, Salvador Rueda.
Son una lección de
aprovechamiento de un terreno quebrado. Laderas que trepan monte arriba y dejan
a sus pies una ciudad que creció de espaldas al mar – y a otras tantas cosas –
y que ahora parece que despierta – mi Málaga no, ahí hay poco arreglo,
con decirte que la gente, desentendida del resultado, se dedicó a lanzarse
enseres de ocio de mar entre ellos, y cantaban “vamos a la playa…”
Málaga, te decía y te digo,
está de cine, de ese que te deja un regusto del que no quieres separarte porque
sabes que aunque ya no hay “Un
tranvía de sol con jardinera / y en los Baños del Carmen gran carrera, / concurso entre sirenas y delfines”, si
están los cuadros naïf de Jaime Rittwagen para que cuando llegues a tu casa,
hagas como he hecho yo: dejar que corra un desborde de sueños y una aprehensión
en la retina. Málaga, se ha vestido de verano adelantado, de jacarandás y
acacias… “A dónde vas niña hermosa / a dónde vas por ahí”?
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