Junio, 3 martes.
El cabo de Sacratif es un macizo rocoso adentrado en un mar profundo. Sálvalo. Si es noche cerrada emite - el faro - luz potente (hasta el siglo XVIII, estos faros se iluminaban con hogueras frente al mar solitario) a intervalos, para orientar a navegantes.
“Aquí - te dirán en Carchuna - sólo se criaban palmitos y lagartos, pero ahora, entra el dinero a espuertas”. Tampoco es para tanto. Depende de quién te cuente le va en la feria. El agricultor, por sistema, llora; el del banco busca resultados, captación de pasivos, dividendos, vender préstamos, objetivos, cierres que agraden al jefe de zona; para el emigrante... demasiadas horas de trabajo bajo el calor asfixiante del plástico. Tierra extraña que en su país era algo así como la tierra de promisión que otros soñaron – él, también – en otro lugar y tiempo.
La carretera abre una raya gris orillada de palmeras descuidadas y mal podadas, y secciona, en dos, el mar de plástico entre urbanizaciones - Torrenueva y Calahonda - que dicen mucho en su apellido y que elevan al cielo colmenas paralepípedas feas, feas, feas...
Paisaje inhóspito y desolador por Castell de Ferro; el mar se torna azul, garzo, plateado o zarco, según hora y posición del sol. En el horizonte, al igual, se cruzan dos barcos que surcan el mar azul y profundo.
Antes de
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