jueves, 12 de junio de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y, abajo, la luz

 

 



 Junio, 12, jueves.                                      

La carretera venía desde Granada por los Montes. Era – y es - una vía tortuosa llena de curvas y con un sinfín de obstáculos. Esa carretera – entonces las autovías eran algo tan ignoto que no tenían ni nombres – fue la vía más importante para sacar los vinos y la pasa, los principales frutos de la vendeja antes que la filoxera hiciese de la suya.

La Cofradía de Viñeros acudió a Cuerpo de Ingenieros del Estado para que trazasen un camino, que salvase el obstáculo de ríos, arroyos y zonas de atascamiento durante las lluvias de los inviernos que imposibilitaban el comercio por tierra, teniendo en cuenta que aún no había llegado el ferrocarril.

Málaga tenía una salida natural por el Guadalhorce, pero las crecidas el río inundaba los campos cercanos. En el pliego de condiciones recogen que los ‘buhedos de Cártama lo hacían intransitable en invierno “ y agregaban que tenían que acudir a los bueyes de los cortijos cercanos, pero ni aún, así eran suficientes.

Había un segundo obstáculo al tener que salvar en Álora la confluencia del Arroyo del Espinazo del Perro con el Jévar en la zona de Venta Tendilla antes de iniciar la subida por las cuestas del Algarrobo y de la Asperilla cercanos al Valle de Abdalajís camino de Antequera.

Existía la posibilidad de usar el cauce del río Guadalmedina, pero al estar el rio muy encajonado obligaba a tener que construir una sucesión de puentes que, a demás de hacer muy costosa la obra, no solucionaba totalmente el problema.

Optaron la salida por los Montes. Se subía por la Cuesta de la Reina y el puerto del León camino de Colmenar donde se bifurcaba, por Alfarnate y Loja a Granada y por el Puerto de las Pedrizas a Antequera.

La carretera, hoy convertida ya en algo pintoresco, es de una belleza inusitada. Me decía Paco Fadón, que cuando vino destinado desde Valladolid a Málaga para dirigir la Cope, él en la culminación del puerto – era de noche – vio abajo, un ascua de luz. Uno de los espectáculos, agregaba, más bellos que he visto en mi vida, pero curva y más curvas y Málaga que sabía que estaba allí porque la había visto desde arriba, no llegaba nunca.

Tiene algo más añadido. Es olfativo. En la cumbre se huele a pinos, a rastrojos secos en verano, a campo. A medida que se baja y antes de llegar a Fuente Olletas, ya se huele a mar….







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