La carretera venía desde
Granada por los Montes. Era – y es - una vía tortuosa llena de curvas y con un
sinfín de obstáculos. Esa carretera – entonces las autovías eran algo tan
ignoto que no tenían ni nombres – fue la vía más importante para sacar los
vinos y la pasa, los principales frutos de la vendeja antes que la filoxera
hiciese de la suya.
La Cofradía de Viñeros acudió a
Cuerpo de Ingenieros del Estado para que trazasen un camino, que salvase el
obstáculo de ríos, arroyos y zonas de atascamiento durante las lluvias de los
inviernos que imposibilitaban el comercio por tierra, teniendo en cuenta que
aún no había llegado el ferrocarril.
Málaga tenía una salida natural
por el Guadalhorce, pero las crecidas el río inundaba los campos cercanos. En
el pliego de condiciones recogen que los ‘buhedos de Cártama lo hacían intransitable
en invierno “ y agregaban que tenían que acudir a los bueyes de los cortijos
cercanos, pero ni aún, así eran suficientes.
Había un segundo obstáculo al
tener que salvar en Álora la confluencia del Arroyo del Espinazo del Perro con
el Jévar en la zona de Venta Tendilla antes de iniciar la subida por las
cuestas del Algarrobo y de la Asperilla cercanos al Valle de Abdalajís camino
de Antequera.
Existía la posibilidad de usar
el cauce del río Guadalmedina, pero al estar el rio muy encajonado obligaba a
tener que construir una sucesión de puentes que, a demás de hacer muy costosa
la obra, no solucionaba totalmente el problema.
Optaron la salida por los
Montes. Se subía por la Cuesta de la Reina y el puerto del León camino de
Colmenar donde se bifurcaba, por Alfarnate y Loja a Granada y por el Puerto de
las Pedrizas a Antequera.
La carretera, hoy convertida ya
en algo pintoresco, es de una belleza inusitada. Me decía Paco Fadón, que
cuando vino destinado desde Valladolid a Málaga para dirigir la Cope, él en la
culminación del puerto – era de noche – vio abajo, un ascua de luz. Uno de los
espectáculos, agregaba, más bellos que he visto en mi vida, pero curva y más
curvas y Málaga que sabía que estaba allí porque la había visto desde arriba,
no llegaba nunca.
Tiene algo más añadido. Es
olfativo. En la cumbre se huele a pinos, a rastrojos secos en verano, a campo.
A medida que se baja y antes de llegar a Fuente Olletas, ya se huele a mar….
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