15 de noviembre, miércoles. Dice el periódico que la
Audiencia Provincial de Barcelona, concluidas las diligencias que el caso
requiere, envía al presunto culpable a juicio. El presunto es un ex jugador de
fútbol. Se llama Dani Alves
Este hombre, brasileño de
nacionalidad, vino a España de la mano del Sevilla. Allí pasó un tiempo, se
placeó bien. El club lo traspasó al Barcelona por un puñado de millones. Ganaron
pasta mucha gente. Los dos clubes, el intermediario, los que no aparecen, pero
están, y se supone que, también, el muchacho.
A mí me pareció un buen lateral
derecho. Si me apuran un excelente jugador. No me gustó nunca ni su
comportamiento – a veces con juego sucio, ¿un espejo de lo iba por dentro- en los
partidos que lo vi en La Rosaleda, ni luego la ensarta de declaraciones que
aparecían en los periódicos y de las que desconozco su veracidad.
Ahuecó el ala cuando el
rendimiento ya no era el óptimo para un club de las exigencias del Barcelona.
Volvió en un momento de apuro para echar una mano; luego, se marchó. Algo así
como el Guadiana, pero en fútbol.
El lío se desencadenó las
pasadas Navidades. Regresó para pasar las fiestas. El 30 de diciembre – exuberante
‘alegría’ – le llevó a una discoteca. Y se pasó, al parecer, uno puñado de
pueblos en su comportamiento. Escándalo. Detención. La prensa pesebrera tuvo
pienso para un montón de días.
Ahora sale, nada menos que, en
los telediarios, como una noticia que le importa al país ¡con lo que está cayendo!
Yo me las andaba dando vueltas
a la cabeza de cómo poder hablar del mozo.
Se me ha venido un fogonazo. Este muchacho aún está a tiempo. Verán,
solo tiene que decirles a sus abogados dos cosas muy simples.
Una, que lo afilien al partido
de ese hombre de los pelos largos como los ramajes que cubren las chozas en los
ríos o al partido del otro, el de ese señor con figura de sirena y mirada de
luz de madrugada, o sea triste… Y que diga, que lo que él hizo, fue porque la
malísima España le había robado la libertad de expresión y él solo quería darle
felicidad a la chica en los servicios o alguna que otra gilipollez de las que
escuchamos estos días y listo ¡un ‘héroe’ más para la causa.
Ahora, se dará cuenta que ha
sido el despeje más erróneo de su vida.
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