18 de noviembre, sábado. Entre
las ocho y las nueve de la mañana, el cielo está en calma. Apunta el sol un par
de palmos por encima del horizonte. Hay momentos, que ciega. El cielo
despejado, limpio, no hay señal de cambio de tiempo. El día va a ser radiante,
como estos días que llevamos soportando. No quiere aparecer el otoño; la
lluvia, tampoco. Río Grande -ambición de nombre para ser afluente – tiene el
cauce superficial seco.
El sol es fuerte. Calienta aún
poco; luego, cuando abra el día pegará con mas fuerza. La noche ha dejado una
tenue capa de rocío. Brillan las gotas minúsculas en los bordes de la carretera.
Le dan una nota especial al campo. Algo así como si una sinfonía, por ejemplo,
Peer Gynt se desencadenase para embadurnar el alma.
La carretera (autovía hasta
Casapalma), a estas horas tempranas está cargada de vehículos. Los dos sentidos
de la circulación piden una ampliación en dirección norte. No la hacen. Uno no
sabe si es porque no hay dinero o porque hay otras soluciones que reclaman una
atención con más presteza. No sé. Esta carretera a todas horas es un peligro
por la densidad de tráfico que soporta.
La población del Valle del
Guadalhorce aumenta constantemente demanda una solución. Es la salida natural
de Málaga hacia el interior. La costa es
una calle larga de Estepona a Nerja…
Me dicen que en las cercanías
de la capital acoge entre setenta y ochenta mil coches diarios; hasta Cártama,
unos cincuenta mil y hasta el cruce de Zalea, Pizarra y Casarabonela, cercano a
los veinticinco mil. Demasiados vehículos. Incorporaciones laterales, gente con
prisa excesiva -han olvidado que el tiempo perdido no se recupera en la
carretera – o inconscientes con un volante en la mano. De todo, en la viña del
Señor.
La vía está muy transitada por
la gente que acude al trabajo en el interior de la provincia o va a la costa o
la capital. En Casapalma hay una posible salida hacia Coín y Marbella.
El eje del Guadalhorce tiene
tablillas en sus arcenes, como todas las carreteras, que marcan la numeración de
identificación. Ésta, la A-357 y los puntos kilométricos. En algunos lugares –
los llaman puntos negros – ramos de flores. No informan del número de muertos –
que son demasiados - que llevan sobre su calzada. A lo mejor esa estadística
debería hacer pensar a más de uno y de dos y de tres…
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