jueves, 16 de noviembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Respeto imponente


                               


Hay dos cosas que dan un respeto imponente (a José Carlos de Luna, también se la daba una ‘tercera’, el Piyayo, de quien escribió unos versos preciosos y llenos de ternura y de quien dijo : ¡A chufla lo toma la gente, / y a mí me da pena / y me causa un respeto imponente!”, pero ese es otro cantar) Decía y digo: que  eso de que te pare la Guardia Civil en la carretera y  de que te sientes en el sillón de un dentista…. Pues eso, de las dos he salido vivo.

Era a esa hora en que el sol levanta un par de palmos sobre el horizonte. En el cielo un velo de nubes. Para nimbos no son; para cirros le sobra. La luz, a pesar de todo, preciosa; el campo, ¡ya se sabe!, pidiendo agua. No llega. Se va por otros lares. Dicen que en Galicia lleva un mes lloviendo. Se han desbordado los ríos, están inundados los sotos… O sea, están hartos.

Un control de la Guardia Civil me indica que debo parar. Me echo a un lado de la carretera. Paro, bajo el cristal de la ventanilla y antes, mientras el hombre, se cuadra a modo de saludo, le correspondo:

- Buenos días.

Me contesta amable. Mira hacia el interior. No me pregunta nada. Le he debido infundir confianza….

- Continúe….

Respiro. Uno no teme, pero la Guardia Civil es la Guardia Civil. Y si alguien no está de acuerdo, puede leer la primera parte del párrafo.

Cuando he salido del dentista. He llamado a Diego Rodríguez. El azar ha hecho que nos encontremos. Ha venido al pueblo por un tema de papeleo. Le digo que hace un par de días lo había llamado -Diego vive en Madrid - para   felicitarlo por su onomástica y no me había dicho de su venida. Me contesta que como sabe que estoy siempre atareado que no quería interferir hasta estar por aquí…

Diego, de niño, guardaba las vacas en los juncales y lastoneras del Guadalhorce. Diego es un artista que le arma a la escultura. Con doce años emigró al colegio de huérfanos de ferroviarios de Madrid. Se topó en el camino con el compromiso de servir a los demás, y se hizo salesiano. Guinea, primero; parroquias marginales, después, en Fuenlabrada, Alcalá de Henares, Parla, Manzanares el Real y ahora Carabanchel. Diego es de los curas a los que merece la pena seguírsele la pista…

No hay comentarios:

Publicar un comentario