Parque de la Quinta de los Molinos. Madrid
23 de noviembre, jueves. El
parque de la Quinta de los Molinos está en ese lugar de Madrid donde si uno se
empina sobre las puntillas de los pies, con un poco de suerte, puede ver
Guadalajara al fondo. Bueno. Es una broma y una exageración. Está claro.
El parque de la Quinta de los
Molinos está muy arriba de la calle de Alcalá, si por “muy arriba’ se entiende
lejanía de la Puerta de Sol y acercamiento al final de las líneas de metro o de
autobús que unen la periferia con el centro.
Es un espacio ajardinado. A mí
siempre me gusta llamarlo un pedazo de vegetación mediterránea incrustado en
Madrid. Lo digo por los almendros y por los olivos que, a modo, de tierra de
labranza, rememoran que en otro tiempo fue un espacio agrícola.
Al parque, que está cercado se
puede llegar con la línea 5 de metro desde Gran Vía por Ventas, hasta Suances o
con la 146 de autobús, que como va por superficie es más divertida.
Jacometrezo, Callao, Gran Vía, Alcalá, José Banús, Hermanos de Pablo, - cruza
Arturo Soria - General Aranda, Tampico, Los Molinos…
El parque limita al sur con la
calle de Alcalá; por el norte, con Juan Ignacio Luca de Tena; al este con 25 de
Septiembre (que debió ser una fecha muy importante para que Madrid le dedique
una calle) y por el oeste, con Miami que, además, es cierto que está al oeste,
pero que muy al oeste de la capital.
El parque tiene dos momentos
estelares. Cuando, a finales de febrero o primeros de marzo – depende de cómo
venga el tiempo –, los almendros se llenan de flores. Es el aldabonazo de la
vida. Rompe en mitad del rigor del frío. Todo es una sinfonía de color blanco;
comienzan a libar de las abejas.
El segundo, en otoño. Los
plátanos orientales que orillan sus paseos se visten de oro viejo. Caen las
hojas, lentamente, y en el estaque que ocupa su centro hay una chispa especial.
Ese encanto que solo tienen los parques cuando llegan los días cortos y las
noches largas y se ocultan las urracas y no hay arrullos de palomas torcaces
que desde hace un tiempo se han adueñado de las ciudades.
Si tienen ocasión, no se
pierdan una visita. Es una de las muchas ofertas que Madrid ofrece a quien se
acerca a él con el alma abierta…
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