3 de noviembre, viernes. En
Málaga, dice el tópico, no hace frío y cuando le parece, en medio del invierno,
se presentan un par de días que, según las malas lenguas, ‘hasta Dios tirita’.
Como no tenemos calefacciones centrales y esas cosas de otros sitios donde el frío
aprieta de verdad, pues eso…
En Málaga, no hace calor, y en
lo más granado del verano el terral toma plaza. Se abren de golpe las
puertas del infierno, ese que nos contaban que estaba debajo de la tierra. Y
nos asustaban. (El otro, está aquí. No
hay más que ver un telediario…).
En Málaga, no llueve…
Antiguamente las llamaban tormentas de verano; luego, gotas frías, y ahora DANA
y, cuando se desatan, las lían Río
Grande y Fahala, pero el Guadalmedina y el Guadalhorce se han llevado siempre la
palma en las crecidas. El arroyo Jaboneros, el de Totalán, el Jévar…. Tiene en
sus orillas pliegos de desastres contabilizados.
En Málaga, no hay temporales,
se comenta alegremente, y cada año, se presentan con ropaje de Levante. ¡El caos
servido! Adiós arenas de la playa y chiringuitos y construcciones y todo
aquello que se metió en las orillas a donde no había que llegar, pero esos son
otros lópeces.
El 15 de diciembre de 1900 se
arrancó un temporal en el mar de
Alborán. No se quedo quitecito, no. Se vino hasta la Bahía de Málaga con un
oleaje que según se escribió en las crónicas de aquellos días era imponente.
La cosa no quedó ahí. Arreció,
el día 16. Una flota alemana estaba en las proximidades de Málaga. La
Comandancia de Marina aconsejó la entrada a puerto y el amarre. La máxima
autoridad de la fragata “Gneisenau”, determino no entrar y aguatarlo
fuera.
Todo fue tremendo. La fortaleza
del viento, las olas y el mar de fondo rompieron los cabos de amarre de las
anclas. El barco quedó a merced de la mar Los que intentaron, en botes, llegar
a la playa, las olas los estrellaban contra las rocas…
Entre el pueblo de Málaga se
corrió la noticia. Acudieron en su ayuda. Todo era sobrehumano y casi
imposible. El número de muertos elevadísimo, entre ellos, doce malagueños. A Málaga le valió el título de “Muy
hospitalaria” para su escudo. Años después una riada se llevó los puentes del
Guadalmedina. El gobierno alemán, en agradecimiento, donó un puente de hierro a
la ciudad. Está frente a Santo Domingo Se conoce como “El puente de los alemanes”.
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