sábado, 4 de noviembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Carrascal


                


4 de noviembre, sábado. Salta la noticia de la muerte de José María Carrascal. Dicen que noventa y dos años y la lucidez plena. O sea, una bendición de la vida (se ve que Dios sabe hacer las cosas como quiere y cuando quiere) y nos lo ha regalado un montón de días y de años.

Ahora las agencias andan a la bulla. Sacan a la gresca esos refritos de la vida de las personas importantes para contarnos cosas que sabíamos; otras desconocidas y algunos tópicos que son necesarios para momentos como es éste. No sé, tiene que ser así. Tendrá que ser así.

Han pasado revista a su experiencia como hombre del periodismo, Berlín, EE.UU. cuando ¡el periodismo era tanto!, y ahora en España. José María Carrascal había nacido en un pueblo desconocido. Se ve que hay pueblos que dan prestigio a la gente que nacen en ellos y gente que le da prestigio a esos pueblos. Parece igual. No es lo mismo. El Vellón es un pueblo en las cercanías de Torrelaguna (Ahí también nació otro de los grandes, Cisneros, pero hoy no es el día).

Este hombre que se nos ha ido se ha codeados con gente de una importancia enorme. El presidente de EE. UU. Reagan le concedió una entrevista cuando no se la concedía a nadie. Decía Carrascal – dentro de su enormidad, era humilde – que la había conseguido gracias a un amigo suyo que también lo era del presidente. Se ve que la humildad es el patrimonio de los grandes ante Dios.

Aquella noche – en España; media mañana en EE.UU. - del 16 de julio de 1969 todos estábamos pendientes de la TV. Jesús Hermida nos narró como se posaba el pie del hombre en la luna; él, en un artículo soberbio lo contó por escrito. Dijo que en Eagle (o sea Águila) había llegado a su destino. “Aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha alunizado”.

Hoy, las notas de prensa hablan de sus amigos (unos que sí lo eran y otros, pues eso, ya se sabe). Yo lo recuerdo en las casi madrugadas en el telediario que cerraba el día, poniendo color con sus corbatas y con su ironía finísima a muchos colores grises que nos llenaban la vida de las personas corrientes. Siempre dijo que era hombre de escribir artículos y libros y sin embargo a algunos nos llenaba con su palabra precisa, oportuna para cada situación y para cada momento. Descanse en paz, Maestro.

 

 

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