4 de noviembre, sábado. Salta
la noticia de la muerte de José María Carrascal. Dicen que noventa y dos años y
la lucidez plena. O sea, una bendición de la vida (se ve que Dios sabe hacer
las cosas como quiere y cuando quiere) y nos lo ha regalado un montón de días y
de años.
Ahora las agencias andan a la
bulla. Sacan a la gresca esos refritos de la vida de las personas importantes
para contarnos cosas que sabíamos; otras desconocidas y algunos tópicos que son
necesarios para momentos como es éste. No sé, tiene que ser así. Tendrá que ser
así.
Han pasado revista a su experiencia
como hombre del periodismo, Berlín, EE.UU. cuando ¡el periodismo era tanto!, y
ahora en España. José María Carrascal había nacido en un pueblo desconocido. Se
ve que hay pueblos que dan prestigio a la gente que nacen en ellos y gente que
le da prestigio a esos pueblos. Parece igual. No es lo mismo. El Vellón es un
pueblo en las cercanías de Torrelaguna (Ahí también nació otro de los grandes,
Cisneros, pero hoy no es el día).
Este hombre que se nos ha ido
se ha codeados con gente de una importancia enorme. El presidente de EE. UU.
Reagan le concedió una entrevista cuando no se la concedía a nadie. Decía
Carrascal – dentro de su enormidad, era humilde – que la había conseguido
gracias a un amigo suyo que también lo era del presidente. Se ve que la
humildad es el patrimonio de los grandes ante Dios.
Aquella noche – en España;
media mañana en EE.UU. - del 16 de julio de 1969 todos estábamos pendientes de
la TV. Jesús Hermida nos narró como se posaba el pie del hombre en la luna; él,
en un artículo soberbio lo contó por escrito. Dijo que en Eagle (o sea Águila) había
llegado a su destino. “Aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha alunizado”.
Hoy, las notas de prensa hablan
de sus amigos (unos que sí lo eran y otros, pues eso, ya se sabe). Yo lo
recuerdo en las casi madrugadas en el telediario que cerraba el día, poniendo
color con sus corbatas y con su ironía finísima a muchos colores grises que nos
llenaban la vida de las personas corrientes. Siempre dijo que era hombre de
escribir artículos y libros y sin embargo a algunos nos llenaba con su palabra
precisa, oportuna para cada situación y para cada momento. Descanse en paz, Maestro.
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