1 de mayo, lunes. “Cuando
Aurora […] se pronuncia”. Primeras y últimas dos palabras de una
obra distinta. En medio, una novela. ¿Solo una novela? No. La vida de tres
generaciones, los avatares de dos pueblos, las distancias enlazadas entre dos
orillas: Argentina y España. Un tren que parte al amanecer con un destino, el
olor de unos rescoldos de una iglesia que habían quemado unos días antes, “unos
pechos a la exacta medida de la exigencia más equilibrada…” Se dan la mano La Recoleta y el Aljarafe
sevillano, a orillas del Guadiamar…
Ha escrito Antonio García
Barbeito, Talhara, Algaida, 2023, una obra diferente. Toros, campo,
amor, sangre y tragedia, olivos y nieve, porque Dios es Azul en un guiño
a Juan Ramón cuando visita Aurora, la protagonista, el ‘Perito Moreno…’
La narrativa sutil, ligera,
conducida por ese hilo que solo sabe manejar quien conoce muy bien todos los paños.
Un escudriñar del lenguaje de ambas orillas, asombroso. Hace el autor, además,
un derroche de metáforas increíbles: “Toda de negro, elegante verticalidad de
la pena”; “mentiras de cristal que la rodeaban”; “separó las cortinas de la
tartana lo que las hubiera separado un corte de navaja”; “todavía la luz no se
pinchaba en las púas de las pencas”; “menudas sierpes azules”; “luto blanco de
los cementerios”; “muñones que garateaban las formas de bailaores y
espantapájaros…”
Describe Barbeito la realidad
de un pueblo, el suyo, como alguien que se ha bebido muchas veces el mucho o
poco viento de sus esquinas en noches largas de espera, o en el silencio de siestas
tórridas de estío. No se queda ahí. Las descripciones del rosedal de Palermo,
el deambular por las calles de Buenos Aires que, en su mano, puede hacer que
suene como un bandoneón de tango con deje y acento propio.
Aborda temas duros, espinosos.
La emigración, la vergüenza de la murmuración, la entrega en el amor, la
sinrazón de los disparates cuando la gente pierde la cabeza o se echa a la
muerte en la alforja como compañera de viaje. Todo está tratado con suma
delicadeza, con una sensibilidad exquisita, con un pespunteo conductor donde lo
más simple resulta sublime cuando trata de personajes locales que pueden
identificarse.
Carancha, Concha, Ropasanta,
Alejandro, los hermanos Mora, Ana, Juan, Eduvigis, Esperanza, Orestes, Alvaro el
Luso… Todos tienen mucho dentro. De todos sale una parte y cuando uno
termina la lectura de Talhara, sabe que, sobre todos, con luz, con mucha
luz, con muchísima luz propia, Aurora. Uno intuye y se pregunta si la obra la
ha escrito un poeta o un novelista con mucha, con demasiada sensibilidad acunada
dentro…
¡Muchísimas gracias, querido Pepe!
ResponderEliminarOjalá haya siquiera ocho o diez que piensen como tú.
Un abrazo, amigo.
Habrá más, muchísimos más. Ya lo verás. Un abrazo.
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