4 de marzo, viernes. Hace un tiempo raro. Ayer tarde
llovió con tiento. Ha soplado el viento con fuerza casi toda la noche… Acaba de
arrancar marzo. Dice el refrán que “en febrero busca la sombra el perro; en
marzo, el perro y el amo”. Febrero ha sido atípico. Ha roto los
pronósticos. El mes que acaba de irse,
ha traído bajo el brazo un compendio de desdichas.
No sabemos qué nos deparará el
mes recién nacido. A César le dijeron que se protegiese de los Idus de Marzo.
Más o menos, y miren cómo terminó la historia aquel día en el Senado. La
conspiración se salió con la suya y el puñal certero no erró en el destino.
El pueblo de noche sobrecoge. No
bajan coches por la avenida rompiendo el silencio. Hay un hálito de tristeza en
el aire. No hay gente por la calle. Solo a ciertas horas, el personal que cierra
los barres arrastra los cubos de basura hasta los contenedores; luego, otra vez
vuelve el silencio.
Dicen que va a venir frío.
Nieva en la Sagra y en otros puntos de España. Con estas noticias me siento a
leer delante del balcón y veo como titilan las luces de enfrente en esas horas
lentas, casi tibias antes de que llegue la madrugada.
Esta noche sí ha ululado el
viento en los tejados y ha habido sensación de frío. Estamos en la salida de
los meses de más rigor del año. Ya han
florecido antes de tiempo los rosales, están ahítos los geranios y están
cuajadas de azahar las huertas…
Lo que no ha cambiado es el
comportamiento de algunos hombres. A veces opto por no conectar con los
telediarios. Hay torbellinos de malas noticias. Se pisan unas a otras. Me
pregunto si en el mundo no ha pasado nada bueno.
Hace unos días leía a un
articulista. Venía a decir que donde ahora se sienta Biden, se sentaba Reagan;
donde Boris Johson, Margaret Thacher; donde el Papa Francisco, San Juan Pablo
II y en el asiento de Putin, Gorbachov…. A lo mejor ahí puede radicar esta
ausencia de buenas noticias, o si me apuran de otras que traigan algo de brisa
gratificante.
No tienen la culpa, por
supuesto que no, pero flota una sensación de miedo, de hastío, de impotencia…
Todo muy raro, inexplicable ¿Habrán dejado abierta alguna ventana del infierno?
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