domingo, 6 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tiempo de penitencia

 

 

                            


6 de marzo, domingo. Primer domingo de Cuaresma. La gente se ha echado a la calle. Todo es bullicio, jolgorio. Hay un no sé qué de búsqueda de felicidad, de espera a algo que viene de camino hacia alguna parte. Todavía, no llega.  No siempre la felicidad está donde se busca. El otro día un amigo comentaba que la felicidad en sí, son ráfagas, destellos, momentos que nos hacen ver la realidad de otra manera.

En la penumbra de los almacenes, en las Casas de Hermandad, en las sacristías de los templos, huele a productos de droguería para sacar el brillo a báculos y bastones, a cabezales, a varales sobre los que golpean las bambalinas y arriba el palio, a pastas de libro de regla, a laterales de alpaca que no son, pero parecen de plata…

Falta solo un puñado de días. Hoy es el primero, después vendrán unos cuantos más y luego, el de Pasión y el de Ramos y, entonces las ciudades y muchos pueblos serán reflejos de una Jerusalén lejana que se ha venido a la palma – algunos hasta llevarán palmas de las otras -  de la mano. “¡Hosanna al Hijo de David”!

 Y vendrán niños con túnicas nuevas. Las madres procesionan junto a sus niños, que no pueden ni sostener el ramo de olivo. Y trajes de chaqueta y vestidos y zapatos nuevos y bolso a juego. ¡Ay aquello de “quien no estrena el Domingo de Ramos se le caen las manos”! ¿Eso todavía tiene vigencia? ¡Qué pregunta! Mientras mantenga abierta la tarjeta de crédito el Corte Inglés…

La Cuaresma está recién estrenada. Eso de entierros de sardinas  y ayunos y penitencias y ejercicios espirituales rematados en triduos, quinarios, septenarios y novenas, eran cosas de otros tiempos. Ahora, no. Ahora toca una reserva en una casa rural, en unos apartamentos en la playa, en una escapada de ocio hacia lugares lejanos. A Cancún, por ejemplo…. ¿Y dónde queda eso?

Sonarán trompetas y tambores y músicos vestidos de máscaras con las venas a punto de saltar por el esfuerzo, soplando detrás de la corneta, y filas de nazarenos – sostened el cirio que la procesión es larga – y Cristos y Dolorosas que rizan el barroco sobre tronos con montes de claveles y buganvilias… Y a lo mejor alguien se acuerda de aquellas palabras del Góglota: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario