miércoles, 9 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alcántara, Barbeito y otras cosas

 

 

                   


 

9 de marzo, miércoles. Hago mío, a mi manera, lo de Alfredo Landa – Garci, nos dijo una noche, que era el mejor actor del cine español – y digo que yo creo en Dios, en Barbeito y en Manolo Alcántara. Esta mañana me llamó Antonio. “Me he acordado de ti… Esto es del 18 de abril de 2017, y me lee y me quedo sin palabras. Le digo, si puedo publicarlo y me dice que sí y al rato, una nota: “Ahí va lo de Alcántara. En recuerdo de aquel día los tres – él, tú y yo – en el María…. Un abrazo, mi amigo

 

Alcántara se nos fue.

Rota la pluma, se seca

en la orilla del papel.

 

Ay, Rincón de la Victoria,

ya eres rincón derrotado

por un silencio de Gólgota,

que Manolo –qué ancha luz-

se nos fue por estos días

que terminan en la cruz…

 

El mar azul, bajo el cielo,

es la pena exagerada

de un derramado tintero.

 

¡Escribid, barcos veleros,

que Alcántara se nos fue,

ay qué dolor, Dios adentro…!

 

¿Que lo mejor del recuerdo

es el olvido, Manuel?

Pues yo te pienso y te pienso,

y pensándote se asoman,

no sé por dónde, los versos…

 

Ahora tienes la ocasión

de pedirle a Dios, a solas,

que te dé una explicación.

 

El mar azul, bajo el cielo,

es la pena exagerada

de un derramado tintero.

 

¡Escribid, barcos veleros,

que Alcántara se nos fue,

ay qué dolor, Dios adentro…!

 

¿Que lo mejor del recuerdo

es el olvido, Manuel?

Pues yo te pienso y te pienso,

y pensándote se asoman,

no sé por dónde, los versos…

 

Ahora tienes la ocasión

de pedirle a Dios, a solas,

que te dé una explicación. Alcántara sobre un río

por donde pasan de un lado

a otro preguntas de un niño.

 

Ante tu cuerpo presente,

se ha vestido con un luto

de once sílabas la muerte.

 

Se nos quedó en aquel bar

un dry gin, un cigarrillo

y, al punto, una soleá.

 

¿Sigues aún en tus trece

de que si la muerte acaba

a ti que no te despierten?

 

Mar de Málaga, ábrete,

que te está pidiendo sitio

el silencio de Manuel…

 

Málaga en el corazón,

en la pluma, en la esperanza,

y también en el dolor.

 

Que bien sabía el poeta

que lo que se quiere duele

como herida siempre abierta.

 

Se nos fue Manuel Alcántara

y los jazmines no aciertan

a clavarse en las biznagas.

Jazmines por calle Larios…

Cuántas palomas prendidas

–blancas-, quietas, en la mano…

 

Un concurso de sirenas

y delfines en El Carmen,

y tú pisando la arena…

 

Un verano sin guerra, aquel verano.

Y a ti, niño, qué suerte, ¿lo recuerdas?,

tu padre te llevaba de la mano.

Allá arriba, en el cielo, como un cine,

el azul se estrellaba de misterios.

Tú estudiabas segundo de jazmines…

 

Y vas por el Jueves Santo

buscando, como otro Cristo,

la última cruz de tus pasos.

Y ahora, allí, a solas con Dios…

Manuel, lo que yo daría

por esa conversación…

 

Alcántara, tú no has muerto,

vives, porque, uno a uno,

 

nos colgaremos tus versos

en la voz, y sonarás,

como sonabas, maestro.

 

 

Y uno por esas cosas raras ha sentido la necesidad de compartirlo como homenaje a los dos maestros.

 

 

 

 

 

 

 

 

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