lunes, 14 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Golondrinas

 

                               


14 de marzo, lunes. La tarde, después de una mañana de lluvia generosa, trajo la primera golondrina. Entró por el camino con su vuelo rápido, casi a ras del suelo. Buscaba algo o simplemente tomaba nota de que ya había llegado. Luego, desapareció hacia la cañada… Probablemente a esa hora tocaba inspección y reconocimiento antes de aposentarse, pero quiso dejar su tarjeta de visita.

Yo sentí alegría por dentro. Era la alegría de quien se reencuentra con una vieja amiga a la que hace tiempo, mucho tiempo que no ve y, de pronto, sin que se esperase, llama a la puerta y la tenemos delante.

Las golondrinas vienen de lejos, de muy lejos. Han dejado atrás cientos de kilómetros de desierto y sequedad y ahora llegan para anidar y para pasar el verano y luego, cuando el viento cambie y diga que llega el otoño, ellas sumisas, sin rechistar, una mañana se congregarán en los cables del teléfono, o del tendido eléctrico – ya no hay cables de telégrafo – y esperarán la orden que en el morse de las golondrinas les dirá que ha llegado el momento.

Cuando yo era niño, en las vigas de la cuadra siempre anidaban las golondrinas. Una vez supe que siempre vuelven al mismo nido. Cuando me hice un poco mayor, un año constaté que no habían venido. Entonces, sentí un no sé qué de tristeza y pensé en ellas. ¿Qué habría podido ocurrir? Nadie me lo explicó, porque nadie tampoco me lo podía explicar, solo que pedí al Dios de las golondrinas que no hubiese sido muy doloroso.

Dentro de unos días vendrán más. Se agruparán. Irán a recoger el barro en los charcos de las correderas en la huerta y comenzarán su trabajo, como siempre, de esa manera en que ellas hacen sus nidos en las oquedades del tejado, bajo las tejas que sobresalen, o bajo los balcones…

Los gorriones –esos están aquí todo el año – llenarán de brozas los bajantes de los canalones o anidarán en el ciprés del borde de la alberca; los abejarucos – Muñoz Rojas decía de ellos que eran el terror de los colmenares – harán sus nidos en los taludes del arroyo; los mirlos, en los encuentros de limones… ¿Vendrán este año los jilgueros a la parra? Las que sí han llegado son las golondrinas. ¡Bendito sea Dios!

 

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