Parque de El Capricho. Alameda de Osuna (Madrid)
23 de
marzo, miércoles. El Madoz, que es como el Vademecum al que se
recurre cuando se hurga en algo muy especial, dice: “es una de las posesiones
más hermosas y magníficas que hay en España, y la única quizá que puede
competir con los Reales Sitios”.
María Josefa de la Soledad, no
deja de ser un nombre de mujer. Era de cara fina y alargada, nariz pronunciada,
boca armoniosa, ojos grandes y cejas arqueadas; en la barbilla, un hoyuelo… Si
se le agregan los apellidos Alfonso-Pimentel y Tellez-Girón, nos lleva a la duquesa
de Osuna que pintó Goya. Eso ya rompe moldes.
Mujer – de vida muy longeva,
vivió 82 años – nacida en 1752, estuvo casada con el duque de Osuna, uno de los
más grandes linajes de España, compro al duque de Priego “un huerto y una casa”,
cerca de Barajas. Allí comenzó la construcción de un jardín bellísimo. Es el único jardín del Romanticismo que hay
en Madrid.
Lo dividió en tres estilos:
inglés, con espacios abiertos y arboleda; francés, con proliferación floral,
arriates y compartimentos; el giardino italiano, con primorosidad de fuentes, estanques y estatuas que rodean
glorietas y caminos. Tiene un punto más de originalidad, su apartado chinesco
con una casa de bambú. En él trabajaron los más importantes jardineros de
Europa. Se construyó en diferentes épocas.
A la muerte de la
duquesa pasó por manos de la ocupación francesas durante la Guerra de la
Independencia, alta sociedad madrileña y adinerados. Sus dependencias, lugares
de fiestas. Los derroches llevaron a los herederos a la bancarrota y las obras
de arte pasaron a manos de coleccionista y banqueros. Durante la Guerra Civil,
el general Miaja estableció en su suelo un búnker usado por el Estado Mayor del
Ejército, que dirigió la defensa de la zona Centro. Hoy es propiedad del
Ayuntamiento de Madrid.
Entre sus señas de identidad están
el Abejero
(1793-1796), cúpula con una rotonda con la estatua de Venus y un pabellón con panales,
protegidos por cristales y donde los invitados contemplaban el trabajo de las
abejas; un Casino de baile,
neoclásico con dos plantas; la casa de la
Vieja que recrea una aldea de Madrid; la Ermita y el Fortín, una
estructura de ladrillo que daba acceso a la casa del Artillero.
El Parque del
Capricho es un conglomerado de belleza en la ornamentación, variedad, riqueza
floral y buen gusto… o sea “un capricho”.
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