jueves, 10 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Guarda

 


         

 

                 Guarda (Portugal)


De entrada, yo no he estado nunca en Guarda. Decía don Miguel de Unamuno que “allá en lo alto, sobre las montañas levanta sus torres sobre el cielo”. Le he preguntado a mi amigo Fermín Adame – de los pocos españoles que hablan portugués – y me dice que él tampoco. Me insinúa, que eso, que hay que ir…

Don Miguel cuenta que “pasó un día, todo un mortal día, en esa Guarda fría, ventosas, húmeda, fea, renegrida y fuerte que vigila España...” ¡Ay, don Miguel!… Y luego, un poco más adelante, agrega: “Es cosa terrible esto de ver algo para escribir de ello, más bien que escribir porque se ha visto.” Releo Por tierras de Portugal y España. Lo publicó en 1908.

Saramago en su Viaje a Portugal, 1995 cuenta que llegó una noche de marzo en la que el viento erizaba la piel, no encontró ni hotel ni pensión ni “un sofá en la sala a la espera de la mañana, de un cuarto libre…” Pernoctó – que no durmió – en el coche y encontró acomodo cuando un grupo de españoles ruidosos, abandonaron el hotel al día siguiente… ¡Cosas que pasan!

Me he documentado. Me ha entrado el venenillo. Me entero que tiene un museo y una catedral, y una judería, y la iglesia de la Misericordia y otra que dedican a San Vicente con paneles de azulejos del setecientos. Desde la Torre dos Ferreiros el paisaje es asombroso porque se está a más de mil metros de altura…

Las sierras de la Estrella y la de Marofa y la de Malcata garantizan el frío, en ocasiones la nieve, y casi siempre, la dureza del invierno. Las carreteras – hay poca distancia entre esos lugares y el fin del mundo- no son buenas. Lo que sí sé, porque lo he comprobado en otros viajes, es que la gente en Portugal es buena, extraordinariamente buena.

Las casas usan el granito para dinteles de ventanas y puertas. Juegan con el color blanco y gris y retocan con primorosidad los bordes; muros de piedra y tejados rojizos que dan una nota de colorido original.

Guarda está en el centro del país. Por sus tierras cruza el Mondego que va hacia Coímbra y, luego, al Océano. En el 2013 hicieron una reforma administrativa y toda la comarca quedó en tres freguesias. Cualquier día se me ahúma el pescado…, y me planto allí.

 

 

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