En los años aquellos en que uno pensaba que casi
todo el mundo era bueno y que las cosas tendrían arreglo, vino Joan Manuel
Serrat y cantó algo muy duro y muy claro: Le
llamaban Manuel. Informó que nació en España, donde vivió, también, - si a
aquello se le podía llamar vida – , y cantó un desenlace que aprieta la
garganta…
Nos dijo lo que era un final trágico. Cuando no se
ven luces, ni una siquiera; una luz, aunque
sea pequeña, al final del túnel, algunas personas optan por otra vía. La
desesperación es algo tremendo; la incomprensión de los que rodean, a lo mejor,
hasta superior.
Lo leí en la prensa del domingo – creo recordar que
en ABC -. Un hombre conserje en el barrio de Salamanca, elitista y de gente con
muchos ‘posibles’, despedido, busca la prejubilación. No la consigue. La culpa
una deuda en torno a los dos mil euros con la Seguridad Social.
Perdido se echa a la calle. Dos días con una maleta
a cuestas por Madrid. Estación de Atocha…Otros ‘perdidos’ le ayudan. Pan, agua,
y lo que es impagable: solidaridad. Un día en ‘su’ barrio de pijerío una
antigua vecina lo ve pidiendo. Lo mira a
los ojos. Siente vergüenza. Se va. Termina casi en el fin del mundo: El Ferrol…
Otra mujer, se llama Carmen, lo acerca a Caritas. Le
tiende una mano. Es “la tonta del bote”; la buena samaritana que da agua de otro pozo. Una
de las muchas que se llaman… Bueno, da lo mismo. Están detrás de un mostrador,
en una oficina, en cualquier sitio.
La prensa habla de otras cosas. La información fue
tan efímera como la flor del cactus: tuvo un día de vida. Nadie ha abierto una
entrevista, a cuatro columnas, con Carmen. ¿Cuántas mujeres ‘carmenes’ hay sin
que nadie las conozca?
Esta sociedad mira, quizá, con demasiada frecuencia,
a sitios poco comprometidos. El hombre de esta historia se llama Juan. Decía en
la información algo así como que cuando des una limosna a alguien, mírale a los
ojos. ¡Casi nada!
Juan pedía algo muy difícil. Juan, ahora ayuda a otros ‘juanes’ en trances parecidos. Ya ven
se llamaban Manuel, Juan o Carmen. Gente buena que tiene una – o las dos manos
– abiertas a los demás…Otro mundo.
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