Joaquín de la Oliva puso la letra; el maestro
Mostazo, la música. El penal del Puerto – Puerto de Santa María, la pena –;
nosotros, con el paso del tiempo, el sentimiento, la nostalgia y la duda de la
pregunta sin respuesta.
“Adónde irá ese barquito / que cruza la mar serena /
unos dicen que a Almería y otros que pa’ Cartagena” Marilina, oportuna como
siempre, estaba allí. Era otro día, otra mar y otro barquito. Y la mar estaba
serena y azul y placentera como cuando la mar quiere seducir y seduce.
La Copla ha marcado con pequeñas historias la vida
de mucha gente. Se han visto como entre los versos que han cantado quienes han
tenido un sitio se ha desgranado parte de sus vidas. Rocío, Pasión Vega, Alvaro
Díaz…
La mar fue siempre un tema inspiración. Ochaíta,
Valerio y Solano – y otros muchos, también - abrieron el compás del arte. Salió
la “Niña de Punta Umbría”. A puerta gayola la recibió Gracia Montes. Pregonó a
todo quien quiso escucharla que “triste y sola” y lo repetía. “triste y sola”, Cinta buscaba cada tarde el falucho de Manuel
que no volvía…
Gracia hablaba y contaba – bueno, Gracia, no; la
copla – de la ría y del mar, de sirenas, de amapolas que se hacen azucenas, de amores
de marinero que se lleva siempre la mar…
Rafael Alberti no veía la mar desde su ventana. No
le hacía falta; la llevaba dentro. Rafael pedía a los marineros que le hablasen de él.
Le respondieron olas de nácar y azul, caracolas de encanto y espuma,
pañuelitos blancos en la mar rizada…
Esos barcos, casi mimetizados con lo horizonte, que
vemos desde la costa llevan todos a un destino; vienen de alguna parte. Esos
barcos me dice, una amiga, van “a donde llevan los sueños”. Es verdad. ¿Dónde está la orilla del rebalaje de los
sueños? ¿En el Penal del Puerto? ¿En las arenas de Punta Umbría?
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