martes, 10 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alto Guadalhorce


                                               

Fresco. Hacía fresco de madrugada, en ‘El Prao’. Las sierras de Camarolos, Gorda, Gibalto o San Jorge, cortan las brisas que suben de la mar y, por las noches, aunque asome el verano, que ya no juega al escondite por las esquinas, refresca. Las mujeres se tocaron con la rebeca; los hombres…

Un rato antes la luz jugó a enseñarnos la policromía de los colores por encima de la cantera que da dentelladas a Sierra Gorda; se iba el sol. Nosotros salíamos de la presentación del número IV de la Revista “Desde el Alto Guadalhorce”. Villanueva del Trabuco apuesta – y supera – lo bueno.

Se pueden hacer las cosas bien; mejor, superior. ¿Superarlas? Siempre es difícil y, a veces, como en esta ocasión, se consigue. Si se le pone corazón y cariño, salen cosas como este número IV Desde el Alto Guadalhorce

No es cuestión de desglosar todo lo publicado: poesía, pintura, flamenco, etnografía reflejada en el carnaval y en el costumbrismo, ecología… Me quedo con el reencuentro de un viejo amigo, Juan Rebollo Ruiz. Cuatro relatos soberbios. Prosa elegante, fluida, directa y convincente.

Gérasimo Arjona – no me dirán que conocen a muchos Gerásimos o Fulgencios – no escribe un artículo sobre la Leyenda de la Peña de los Enamorados, no - publica una tesina. Es lo mejor, lo más documentado y mejor narrado que he leído hasta el momento en que escribo estas líneas.

No pretendo desgranar las cuentas de un rosario (Villanueva del Rosario es el pueblo vecino; en esta ocasión, le dan protagonismo a Mollina) de artículos. Acérquense a la Revista y deléitense. Yo, lo he hecho.
Recojo un ramillete de citas literarias. Se enriquece el diccionario “La palabra del campo”: cerro, cuadra, amapola, gañán, jaramago, llano, margarita, monte, nazareno, pajar, peña, pozo, risco, rienda, vado,  vega…


Dejo Villanueva cuando ya es madrugada. Sé que voy por un camino entre olivos de plata y una campiña que ya grana; la luz de Sierra Gorda la guardé en ese sitio donde sólo anidan las sensaciones únicas.

1 comentario:

  1. Aún guardo en mi memoria la vista a los cien caños junto a un personaje cercano, maestro y amigo, que más se puede pedir.

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