martes, 17 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Collado

                                                

Nos vamos hoy a las Tierras Altas de la mano de Avelino Hernández. Sal de Soria por la N-111 (esa del número que dicen que se parece a un médico. ¿A un médico? Sí: porque empieza con uno, sigue con uno y termina con uno). Chiste aparte, cuando pases la gasolinera, busca a la derecha, Garray.

En Garray se unen el Duero y el Tera, y sobre una colina están las ruinas de Numancia. Historia entre dos pueblos. Uno llamado Hispania; el otro, Roma. Según qué tiempo la cierran a los visitantes. Tampoco es extraño si se sabe del ‘calor’ de las tierras sorianas en invierno… Deja atrás Buitrago, La Rubia y Ausejo de la Sierra y, ya en lo alto del puerto,  – Oncala, para el caso – otra vez, a la derecha.

El pueblo con este nombre está orillado por río Linares que va al río Alhama. Tiene pasado de Mesta y gente ganadera y pastora. Avelino dice y, es verdad, porque yo las he visto, que “es una sucesión de lomas peladas, increíbles barrancos, abruptas vaguadas, sin rocas, ni arbustos, sin árboles ni nada…”

En la iglesia guardan una colección de tapices flamencos excepcionales. Los regaló un arzobispo rico, como otros muchos arzobispos, de Valencia. Fue un hijo ilustre del pueblo que conservó memoria, pero que, como otros, también se fue.

La primera vez que anduve por aquella tierra los tapices los enseñaba Pedro; la última, pregunte por acortar camino  –venía de San Pedro Manrique – por la conexión con la SO-615… Si no es por mi hermano Antonio todavía estoy atrapado en la estrechez de una calle. El hombre que me informó, como yo, era forastero.

 En Oncala tenían una campana que tañía las noches de ventisca para orientar a posibles peregrinos perdidos… La gente habla poco. Lo justo y necesario. Aquí la vida no regaló nada y cuando se acercaron los políticos, ni te cuento. Los ilustrados quisieron reconvertirlas en tierras agrícolas.


 Puedes comprar el pan de hogaza, si quieres, en San Pedro Manrique. Oye, de lo que no hay; el chorizo, en El Collado. Yo lo hago desde hace un puñado de años. Cuando voy por allí “in situ”; otras veces, como ahora, me lo envían, por agencia. Ah, no es publicidad: la fábrica se llama “Embutidos de Pablo”. Si algún día nos vemos, me dices…

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