Nos hemos despertado hace un par de días con la tristísima
noticia de la muerte de Ana María Matute. La conocí – su obra, claro – hace
muchos años. Era yo, entonces, joven.
Vino a mis manos un cuento suyo. ‘Los
Chicos’. Creo que fue María Socorro Salán, la bibliotecaria municipal quien
me hizo llegar a ella.
Me enganchó desde la primera línea porque decía Ana María
que: “Eran cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se
nos antojaban quince o veinte”. Como nosotros. Y después decía: “Llegaban casi
siempre a las horas achicharradas de la siesta…” Como nosotros, cuando íbamos,
a las albercas de Flores…
Me pasa Matilde Pérez – la única niña de nuestro curso –
pero que no se venía con nosotros a las albercas de Flores un correo donde
Miguel Delibes Castro, amigo de su marido y de ella, en su discurso de Doctor
Honoris Causa por Universidad de Málaga,
dice que, con Juan Calderón, corrieron tras las perdices por Sierra de
Aguas y buscaron milanos en el Hacho y conoció la hospitalidad de la gente de
Álora...
‘Lina Perota de Alora’ ha colgado una foto en facebook. Lina
ha abierto un banderín de enganche para que pongamos flores en el balcón. Somos
muchos los que ya la seguimos. Hay quien ha tenido a bien poner en el alféizar
de su ventana una maceta. Oigan, ante tanta sensibilidad, uno se descubre… ¡Qué
bonito, Dios mío! Y ahora quiere abrir una cadena… de flores entre los vecinos.
A lo que iba. La foto
recoge un grupo que va por la Cancula, a los pies de la baranda cuelgan unas
jardineras con gitanillas que, pasada la floración de primavera no están ya tan
floridas, pero todo se andará. Se alargan las sombras. Me acuerdo de la trenza morena y larga de la niña aquella… La vida
sigue.
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