Cuentan una anécdota – no sé si verídica - de don Santiago
Ramón y Cajal. Acude a dar una conferencia a Santiago de Compostela. Todos se
lamentan del clima. Hablan de la lluvia. Reiteran, se repiten... Don Santiago
harto, responde a uno de los que lanzan el mensaje negativo: “hace una tarde
estupenda para estudiar”.
Era como al medio día. Cae el sol a pedazos. Los pocos que pasan
por la calle buscan lo menos que se vende de sombra a esas horas en el que el
sol está muy alto. “Esto no es calor, dice uno en la barra del bar, “esto es
mala leche”.
Contaba Agustín Lomeña una conversación entre dos en la
Fuentarriba. Más de lo mismo. Hablan del tiempo… “porque caló, dice uno, caló,
lo que se dice caló, no hace, pero hace caló…”
Ha pasado un perro vagabundo por la calle. No va a ninguna
parte. No viene de ningún sitio. Lo veo alejarse. Hace un rato que me las
anduve por el excelente análisis de la sociedad que ha hecho Juan Gaitán en su
artículo semanal en la Opinión de Málaga…Hace pensar. La ética. ¡ay, la ética!
debe haber buscado una sombra para pasar la tarde… y lo que viene después.
El vistazo diario a los periódicos – para algo está internet
– es para llorar. Cien años de la Gran Guerra y el mundo mucho peor que cuando
estalló aquel disparate; la mediocridad política española asidos a la tabla
salvadora. Se llama sueldo a fin de mes. ¿Lo demás? ¡Vamos hombre…! que ‘salga
el sol por Antequera’.
Pienso en don Santiago ya casi desconocido y olvidado: llevaba
toda la razón. Hace una tarde estupenda para… leer. Es lo que he hecho. Al azar
alcanzo un libro del anaquel. Abro,
releo: La Tesis de Nancy Ramón J.
Sender. Interrupción obligada – prórroga y penaltis, incluidos – Brasil 1; Chile 1 ¡Qué
grande es la lectura y qué grande es el fútbol! Para los que gustamos de las
dos cosas, claro.
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