lunes, 16 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Buen tipo


                                                      
Caía la tarde. Era primavera. Yo estaba en el bullicio y griterio de una grada en La Rosaleda. Suena el teléfono. Me anuncian que hay  un nuevo Papa. ¿Qué? Que ya hay un nuevo Papa. “No es conocido, argentino, con apellido italiano, difícil de pronunciar para nosotros….” Y, así supe la noticia.

La radio, la televisión, los medios…, todos se vuelcan y comienzan a hablar. Todos coinciden. Parece que es un “buen tipo”, comprometido  con los más necesitados. “Éste le pega un cambio a la iglesia…si lo dejan”.

Lo gestos en los quince meses que lleva de pontificado dicen que sí, que es un buen tipo y que intenta un giro de timón. Al parecer, no todos lo dejan,  ni todos se han enterado – o no quieren enterarse-  que en la iglesia se han abierto las ventanas y ha entrado brisa nueva.

Una entrevista en una televisión - Cuatro (Mediaset) -  que no es precisamente ‘clerical’ lo da a conocer en  algunos aspectos de su manera de ser. Hay más, el entrevistador es un periodista judío. Y, hay más, están sentados, frente a frente, ante la sencillez de una mesa vacía y de tablero brillante. Ausencia de decoración suntuosa. Son dos personas que se miran a la cara y se hablan.

La entrevista hace un ‘barrido’ por muchas cosas de actualidad. El Papa Francisco -porque decidió que tomaría el mismo nombre del ‘poverello de Asís – se muestra como alguien excepcional, como alguien que, a uno, le da pie a preguntarse ¿quién moverá los hilos? La respuesta, ya se sabe…


Casi concluye la entrevista. Le pregunta el periodista al Papa Francisco cómo querría ser recordado. Con toda sencillez, el hombre al que el Time calificó como el personaje del año y tiene un  reconocimiento mundial casi unánime, va y dice: “como un buen tipo que hizo todo lo que pudo…”

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