Avanza la diligencia. Paisaje desolado. Todo es sequedad y
territorio inhóspito. En el horizonte
montañas enormes recortan la visión y obligan al paso por un camino
pedregoso. Todo está marcado. Unos cactus enormes, cielo muy alto y una nube de
polvo levantada por carruaje.
En las credenciales de la película los nombres míticos de
actores famosos, del autor de la música y, el del director del film. Están en
nuestras memorias y, lo que es mejor, siempre resolvían todos los conflictos.
Está el paisaje patrio (perdón por la expresión) lleno de
sequedad, de montañas que cierran horizontes de esperanza. No nos permiten ver
un poco más allá de este machaqueo diario de pesimismo que acongoja, que seca
la boca, que…
Llega el nuevo Rey como los hombres que acudían a la tierra
nueva en aquel Oeste de las películas, en medio de un recibimiento casi hostil
por alguna parte. Pistoleros huraños, miradas raras, señoras que recogían a los
niños de la calle, un saloon con demasiado ruido. Los otros posibles
colonos parapetados por el susto…
Leía el otro día que la euforia levantada por la
proclamación del nuevo rey, Felipe VI, puede
ser efímera… Vamos que hay muchos indios agazapados para que la diligencia
no llegue al campo abierto, que está un poco más allá, sólo un poco más allá,
del dichoso valle.
España pide a gritos que esto no siga igual. Tiene que quedar muy clarito: el Rey no
gobierna. La regeneración no es cambiar – aunque a veces, también – de
personajes. Es algo más profundo, más interior, más de actitud que de aptitud.
Todos tenemos capacidad para hacerlo pero ¿hay voluntad?
Nacen los cactus en las tierras más secas, sin riqueza
húmica y pobres. La naturaleza es maravillosa. Algunos ofrecen una flor única, especial, excepcional pero sólo dura
un día.
Estos momentos de ilusión y cambio no pueden ser flor de
cactus. Los indios ancestrales de nuestra historia asidos de la mano de la
intolerancia, la ofuscación, la envidia, la zancadilla, ¡ya se sabe!, parecen
empeñados en que esta película no tenga un final feliz. Sería tristísimo. ¡Suerte,
Majestad!
Todos sabemos que los poderes del Rey están muy limitados por la Carta Magna.Pero,haciendo nuestros los deseos de T. Roosevelt, podemos pedirle :"Haz lo que puedas, con lo que tengas, allí donde estés".Suerte y larga vida Majestad!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
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