Nació Quevedo – don Francisco de Quevedo y Villegas,
caballero de Santiago, entre otras cosas – en un Madrid barroco donde había más
corruptos que ratas; más pobreza y hampa que habitantes; más miseria que
esplendor. Lo bautizaron en la calle del Arenal, en San Gines; estudió con los
Jesuitas, en la calle de Toledo y, luego Teología en Alcalá… Acuñó lo de:
“poderoso caballero es don dinero”.
Dice el periódico que el Juez Castro imputa a la infanta
doña Cristina “por blanqueo y delito fiscal”. Dice, también, que no se cree su
ignorancia en el tejemaneje del marido, un rubio, alto y espigado que,
presuntamente, tiene la vergüenza inversamente proporcional a la altura. O sea,
“poderoso caballero de don dinero”.
Leo en El País: “el eurodiputado de IU Willy Meyer dimite
por su vínculo con una Sicav”. Y agrega: “El político renuncia tras admitir que
tuvo un plan de pensiones formalizado por una sociedad asentada en Luxemburgo”.
Se justifica - el político - en la
radio. No sabe nada. Inocente. Sigo pensando en don Francisco: “poderos
caballero es don dinero”.
La Cadena Ser adelanta: dimite del BEI doña Magdalena Álvarez. Trabaja allí por
una miseria de suelto. Vamos, por amor al arte. Casi han tenido que echar agua
caliente para moverla. La Juez Alaya, la imputa, que no condena, ojo, por tener
algo que ver, presuntamente, con los
ERES falsos. “Poderoso caballero es don dinero”.
Las malas lenguas aseguran que las señoras de los Guardias
Civiles no dan abasto para lavar tanto uniforme sudado de cómo trabajan estos
hombres al servicio del Orden y la Ley estos días en Sevilla. Naturalmente todo
es invención y el Señor Méndez (escribir Cándido, de verdad, que cuesta) dice
que “no son independientes”. “Poderoso
caballero es don dinero”.
¿Saben algo del de los ‘tres trajes’ ¿Tigres? No, hombre;
tigres, no. Trajes, eso que nos ponemos cuando vamos de bodas, comuniones,
actos sociales y, esas cosas. Que pagamos nosotros y no nos los regala nadie.
Ellos se los ponen para ir a trabajar. Hay que ir presentados. “Poderoso…
Obviamente presunción de inocencia para todos. Y para los
que vendrán, (se habla de treinta nueve) porque vienen otros y otras de camino.
¿La culpa, por Dios, preguntar por la culpa es una tontería? La culpa del
ciudadano corriente que pasa por la calle… Murió Quevedo a punto de cumplir 65
años. Ya lo había dejado escrito: “Poderoso caballero es don dinero”.
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